Consejos para afrontar el cambio de hora y no morir en el intento

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Esta madrugada que va del sábado al domingo tendrá lugar el cambio de hora. Entramos de lleno en el horario de invierno. Esto constituye toda una frontera psicológica, porque los días cambian radicalmente. Amanece antes, sí, pero también se hace de noche muy temprano y disminuyen las horas de luz. No nos queda otro remedio que adaptarnos, más que bien, a este nuevo ritmo que cogen los días con el cambio de hora.

Dos veces al año tenemos que tragar con esta broma de mal gusto que trastoca del todo nuestro tiempo, nuestro sueño y que nos descoloca psicológicamente. Generalmente, los efectos que nos deja este cambio de hora no suelen ir más allá del mismo día en que este tiene lugar. Poco a poco, y mal que bien, nos adaptamos al nuevo horario como nos adaptamos a esa “nueva normalidad”. De todos modos, aquí van unos consejos por si resulta que eres de esos que sufren de verdad el cambio de hora.

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Una hora más de sueño

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Todo hay que decirlo,y lo cierto es que este cambio de hora nos es algo más favorable que el cambio de hora veraniego. Esta madrugada tendremos una hora más para dormir, como si el mundo quisiera compensarnos de alguna forma la faena que nos hace con el frío y las lluvias del invierno. 

Cuando vamos hacia el verano, en cambio, pasa todo lo contrario. Dormimos una hora menos, como si entonces el universo quisiese darnos una de cal y una de arena. Sí, ahora llega el verano y la playa y los días largos, pero esta noche dormiréis una hora menos. Ajo y agua.

En cualquier caso, la mejor forma de encarar este nuevo horario es despertarse el domingo bien descansado. Aprovechar esa hora extra que nos concede la noche para reponer fuerzas y evitar que el cambio de hora nos pille con el pie cambiado.