Las chucherías que comían los niños de los ochenta y los noventa

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¡Qué recuerdos nos traen algunas chuches! Aunque a nosotros, niños que crecimos en la década de los 80 y los 90, nos parecían un manjar exquisito, nuestras madres, temiendo las visitas periódicas al dentista, nos hacían creer que eran ‘guarrerías’.

¡De eso nada! ¿Qué os parece hacer un repasito por esta lista que os hará sentir nostalgia? Sí, es verdad. Algunas de ellas se siguen vendiendo hoy en día, aunque es difícil encontrarlas. Pero seguro que solo verlas te transportan a tu infancia.

Cigarrillos de chocolate

En la década de los noventa no había niño que no tuviese su particular paquete de cigarros. Aquí el único peligro para la salud era su alto contenido en azúcar. En realidad eran cilindros de chocolate recubiertos con un papel que simulaba un cigarro ‘de mayores’. En la tienda del barrio los tenían de todas las marcas.

Kilométrico Boomer

Los chicles de esta marca fueron, son y serán un verdadero clásico, pero cuando desembarcó el primer kilométrico en el patio fue una auténtica revolución. Era una tira de chicle de fresa enorme y enrollada en un dispensador en el que podías cortar la cantidad que quisieses. Tenía una particularidad: al principio los trozos eran más generosos y a medida que se terminaba cortabas cada vez ‘cachitos’ más pequeños.

Tico-Tico

Otro de los chicles preferidos que arrasaban en las tiendas de chucherías. Con sabor a sandia, venía envuelto en un llamativo y reconocible papel fucsia y verde.

Las madres preferían que durasen más de un día, pero pocos niños se resistían a comérselo de una vez.

Fresquito

Una bolsa con polvos picapica que incluía una piruleta para mojarlos. Había dos formas habituales de comerlos. La más normal, chupar el caramelo e ir mojando en los polvos, o la más curiosa, comerse primero los picapica y después degustar la piruleta. Se comercializan en tres sabores: cereza, fresa y cola.

Kojak

Los chupa chups rellenos de chicle eran uno de los caramelos preferidos de todos los niños. Costaban algo más que los caramelos normales, unos cinco duros, pero merecía la pena. Los más populares eran los de fresa, aunque también se comercializan los de cola.

Tenían este nombre por el teniente Kojak, el personaje de la serie de televisión de policías de Nueva York.

Palotes

Tenía la misma forma que los ‘Tico Tico’, pero en este caso no era chicle sino caramelo masticable. Había más de cinco sabores, pero los más populares y demandados eran los de fresa.

Drácula

Si comías estos caramelos tendrías la lengua roja durante toda la tarde. Era imposible engañar a las madres con los ‘Drácula’, pero con muy poco dinero podías comprar una bolsa inmensa. Tenían mucha azúcar, más de lo recomendable para un niño, y por eso ahora se comercializa un sucedáneo llamado ‘Draculín’ menos nocivo para las dentaduras de los más pequeños.

Peta zetas

Un caramelo con anhídrido carbónico que explotaba en cuanto tocaba la lengua. La sensación de efervescencia causó verdadero furor entre los niños. Un efecto que fue obra de un científico norteamericano en 1956, pero que no llegó a España hasta 1975. Se comercializó en varios sabores, pero el que ha perdurado en el tiempo ha sido el de fresa.

Sugus

Es uno de esos productos que han pasado a la historia con el nombre de la marca que los comenzó a comercializar. Se trata de unos caramelos masticables que llegaron desde Suiza. Son cuadrados y cada sabor lleva un color: azul (piña), naranja (naranja), amarillo (piña), morado (frambuesa) y rojo (cereza).

Lollipop

Un caramelo masticable con palo que no podía faltar en las bolsas de chucherías que se repartían en las fiestas de cumpleaños. Con su reconocido sabor de fresa, muchos niños dudaban si se trataba de un chicle o un caramelo.

Anisitos

Unas bolitas de anís que venían en figuras transparentes de plástico de todos los tipos: biberones, botijos, niños, pistolas… El envase era lo de menos ya que al final acababa destrozado de mosdisquearlo para conseguir que saliera la última bolita de colores. Para los que conseguían mantenerlo intacto y sacar todo su contenido, la figura se convertía en una pieza más con la que poder jugar, por lo que su éxito estuvo garantizado durante décadas ya que era golosina y juguete a la vez.

Conguitos

Estos cacahuetes rellenos de chocolate, como decía la canción, surgieron a finales de los 60, aun así han estado muy presentes en la infancia de los niños de los 80 y los 90, sobre todo tras comenzar a aparecer en televisión con un exitoso anuncio con Conguitos en forma de dibujos animados que cantaban y bailaban la canción promocional.

El diseño ha ido cambiando a lo largo de su historia para ir adaptándose a los tiempos. Uno de los cambios más significativos y notables fue la sustitución de la lanza tribal por una mano con el dedo pulgar levantado en señal de aprobación.

Chicle Cosmos

Era un chicle negro que, aunque a simple vista era poco apetecible, tenía un intenso sabor a regaliz. Por ese entonces el color del chicle reflejaba el sabor: rosa para el de fresa, verde para el de menta y negro para el de regaliz. En cada chicle iban incluidas unas pegatinas sobre temas del espacio y podías cambiar varios envoltorios en el kiosco para conseguir tu álbum. Fueron chicles bastante populares

Caramelos de regaliz

Es un dulce con textura similar a la goma de los extractos de las raíces de la planta del regaliz. Fue creado por un farmacéutico inglés en 1760 cuando añadió al extracto diluido de la raíz de regaliz azúcar y otros ingredientes. Esto supuso el nacimiento del regaliz como golosina. En un principio eran solo negras, con el paso de los años se han ido creando de diferentes tamaños, formas y colores.