Sólo un 6% de los niños de África viven en zonas donde no se mide la calidad del aire

Apenas un 6% en África viven en áreas donde la contaminación atmosférica se mide de manera fiable, lo que supone que millones de menores en todo el continente habitan en zonas donde no se llevan a cabo ningún tipo de mediciones sobre la calidad del aire.

Así se recoge en un nuevo informe de Unicef titulado ‘África se asfixia en silencio: la creciente amenaza del aire contaminado’, hecho público este miércoles con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.

Respirar partículas de aire contaminado es extremadamente perjudicial para la salud, especialmente para la de los bebés y los niños más pequeños, y para su desarrollo, ya que puede causar daños permanentes en el tejido cerebral y en los pulmones. Las partículas ultrafinas son tan pequeñas que pueden ingresar al torrente sanguíneo, viajar al cerebro y dañar la barrera hematoencefálica, lo que puede causar una neuroinflamación. Otros tipos de partículas de contaminación, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos, pueden dañar áreas del cerebro fundamentales para ayudar a las neuronas a comunicarse, la base para el aprendizaje y el desarrollo de los niños.

Unicef advierte de que, dado que la contaminación del aire no se vigila en África en la misma medida que en otras partes del mundo, no sólo se está subestimando la gravedad de ese impacto, sino que también se podría estar subestimando su alcance. En Europa y América del Norte, el 72% de los niños viven en lugares en donde se mide la contaminación del aire, un 43% en Asia y un 25% en América del Sur.

El informe señala que la contaminación del aire es un creciente desafío para África y también afecta a los ecosistemas, que son vitales para los medios de vida y la salud, así como para los cultivos de alimentos. Un estudio reciente calcula que el coste económico de las muertes prematuras por contaminación del aire exterior en África es de cerca de 215.000 millones de dólares (191.000 millones de euros).

Las muertes por contaminación del aire en África han aumentado un 57% en casi tres décadas, al pasar de 164.000 en 1990 a 258.000 en 2017. Sin las estaciones de vigilancia que miden de manera fiable la calidad del aire, los niños de África corren cada vez más el riesgo de respirar aire tóxico perjudicial para su salud y su desarrollo cerebral. Además, sin esta información también se ve comprometida la capacidad de diseñar respuestas efectivas al problema, según Unicef.

«La contaminación del aire es un asesino silencioso de niños. Y, especialmente en África, sabemos que el problema es grave, simplemente no sabemos cómo de grave es», indicó la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, quien añadió: «Reducir la exposición de los niños a los contaminantes y ,por lo tanto, la reducción del daño a la salud de los niños y al desarrollo temprano del cerebro comienza, en primer lugar, conociendo la calidad del aire que están respirando».

PROPUESTAS

Para comprender el alcance total de este problema, Unicef insta a los gobiernos a establecer estaciones permanentes de medición permanentes y de alta calidad como bienes públicos. Cuando se combinan con imágenes satelitales, estas estaciones formarían la columna vertebral de un sistema que ayudaría a mejorar la fiabilidad de estaciones menos precisas que capturan variaciones entre ciudades.

El informe señala que los sistemas de medición también ayudarían a avanzar en enfoques innovadores que aportarían datos sobre la contaminación del aire, que permitirían construir una mejor comprensión sobre la calidad del aire, así como cambiar comportamientos para evitar la exposición. Los datos fiables ayudan a capturar mejor las fluctuaciones diarias o incluso a cada hora sobre la calidad del aire.

Unicef insta a los gobiernos a invertir en fuentes de energía renovables para reemplazar el uso de combustibles fósiles, proporcionar un acceso asequible al transporte público, aumentar los espacios verdes en las zonas urbanas, ofrecer soluciones de cocina y calefacción más limpias, y crear mejores opciones de gestión de residuos para prevenir la quema al aire libre de productos químicos nocivos.

Prevenir la exposición de los niños a la contaminación del aire, incluso con una planificación urbana inteligente para que las principales fuentes de contaminación no se encuentren cerca de escuelas, clínicas u hospitales, y mejorar la salud infantil para aumentar su resistencia (con la prevención y el tratamiento de la neumonía, la promoción de la lactancia materna exclusiva y una nutrición adecuada) son otras peticiones de Unicef.

«El cerebro de un niño pequeño es especialmente vulnerable porque puede ser dañado por una pequeña dosis de químicos tóxicos. Los niños respiran más rápidamente y las defensas físicas y las inmunidades no están completamente desarrolladas», explicó Fore, quien concluyó: «Si el aire tóxico está frenando el desarrollo de nuestros niños, también está frenando el desarrollo de nuestras sociedades. Todos los gobiernos deben tomar las medidas necesarias para disponer de información sobre lo que se está poniendo en el aire y el impacto que esto tiene en la salud y el bienestar de nuestros niños».