Lo hacemos casi sin pensar, como un acto reflejo del que no podemos ni sabemos explicarnos los motivos. Porque así lo hemos visto desde la infancia o porque pensamos que es de sentido común. El caso es que, la inmensa mayoría de las personas, pelan siempre las patatas. Ya sea para cocerlas, freírlas, hacerlas al horno o de cualquier otra manera. Siempre quitamos la piel de las patatas, y si nos atenemos a motivos de salud no deberíamos hacerlo.
Hay evidencias más que contundentes que nos recomiendan lo contrario. Nutricionistas y médicos han estudiado en profundidad las propiedades y beneficios de las pieles de las patatas, y la conclusión es unánime. Además de ahorrarte tiempo y trabajo pelando las patatas, que siempre es una lata, obtendrás nutrientes y te aprovecharás de sus múltiples beneficios.
Rico en nutrientes
Como ya hemos dicho, la piel de las patatas contiene numerosas sustancias esenciales y muy buenas para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Muchos nutrientes y muy distintos, todos ellos aprovechables de alguna forma. En la piel de la patata encontramos por ejemplo dos tipos de vitaminas: la C y la B. La primera de ellas, por cierto, es muy buena para reforzar el sistema inmunitario, que es vital para protegernos contra virus y enfermedades.
Pero no solo eso. Al comer la piel de la patata estarás ingiriendo asimismo potasio, magnesio, fósforo, zinc y hierro. Todos ellos son compuestos que deberían ser parte fundamental de una dieta rica y saludable.