Una figura personal del rey Juan Carlos I y su persona de confianza durante décadas, ha fallecido a los 101 años. Su muerte no es solo la de alguien leal, sino la desaparición de un testigo excepcional de los primeros años del reinado.
Para el rey emérito, él se convirtió en uno de sus mayores confidentes, una presencia constante que lo acompañó en innumerables viajes oficiales y personales. Su relación comenzó cuando Juan Carlos era poco más que un adolescente y se prolongó hasta 1989. Pero incluso después, su vínculo perduró,
La lealtad de Gaudencio Fernández a la Corona tiene una cifra elocuente: 53 años de servicio. Su vínculo con la familia comenzó cuando el entonces príncipe Juan Carlos tenía apenas 17 años y acababa de ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza. Gaudencio, nacido en la pequeña localidad vallisoletana de Villalán de Campos, se incorporó así a la vida del que sería el rey de España, poco después.
Durante todas esas décadas, su papel evolucionó desde chófer personal hasta responsable del mantenimiento de todos los vehículos de la Casa Real en el Palacio de la Zarzuela. Este último cargo lo asumió al jubilarse como conductor en 1989, a los 65 años, por expreso deseo del rey Juan Carlos I, quien quería seguir teniéndolo cerca. El monarca buscaba, de este modo, agradecerle su lealtad y profesionalidad.
El confidente de Juan Carlos I: viajes, confidencias y familia

Gaudencio Fernández fue un compañero de viaje en el sentido más literal. En una de sus escasas entrevistas, recogida por el diario El País a finales de los años ochenta, el propio Gaudencio resumía su experiencia: "en este tiempo he pateado todo el país y muchos países del extranjero". Conocía los caminos de España y de media Europa como la palma de su mano, siempre al servicio de los compromisos del jefe del Estado.
Su confianza era tal que se encargó de trasladar a la reina Sofía al hospital para el nacimiento de cada uno de sus tres hijos: la infanta Elena, la infanta Cristina y el actual rey Felipe VI. Él mismo, emocionado, llegó a confesar en alguna ocasión: "Casi los he criado yo". Su presencia se extendía a los momentos más importantes de la Familia Real, como invitado a la boda real de 1962 en Atenas y a las primeras comuniones de los hijos de los Reyes.
Un rey que a veces prefería conducir

Uno de los aspectos más curiosos del trabajo de Gaudencio era que a menudo su jefe prefería tomar el volante. Juan Carlos I, conocido como gran aficionado al motor, aparentemente, disfrutaba conduciendo. El propio Gaudencio contaba anécdotas sobre esto. Reveló que el viaje más largo que hizo con la Familia Real al completo fue a Niza, Francia, "aunque durante todo el trayecto condujo el Rey".
Sobre la conducción del monarca, Gaudencio siempre se mostró tranquilo y elogioso. Afirmaba que a Juan Carlos I, "como a todos los jóvenes", le gustaba la velocidad, pero añadía con certeza que "nunca tuvo ningún problema de circulación". Incluso destacaba que, por aquellos años, "todos los integrantes de la Familia Real ya conducían, y bien".
"Sencillo y amable": el retrato personal del rey

Quienes busquen un retrato íntimo y cotidiano del rey Juan Carlos I en sus primeros años de reinado lo encontrarían en las palabras de Gaudencio Fernández. Tras más de medio siglo de servicio, su descripción del monarca era afectuosa. Lo definía como un hombre "sencillo y amable con todo el mundo", según la revista ¡Hola!.
Gaudencio también recordaba que, desde el principio, el trato con los Borbones fue siempre muy cortés. Cada Navidad, como era tradición, el personal de Zarzuela y sus familias eran recibidos por los reyes en un acto cercano. De hecho, el propio Gaudencio vivió durante años en los terrenos del palacio junto a su mujer y sus hijas, siendo la Casa Real también su hogar.
Finalmente, cuando él se jubiló como conductor, cedió el testigo en ese puesto a su sobrino, Julio Lobo, quien a su vez conduciría para el rey Juan Carlos I durante más de cuatro décadas. Su fallecimiento, superada la barrera de los cien años, cierra el capítulo de una figura fundamental pero deliberadamente discreta dentro de la Familia Real.







