¿Recuerdas cuando repostar era sinónimo de bajar la ventanilla y decir al gasolinero de toda la vida “llénalo, por favor”? Esa escena clásica está desapareciendo a gran velocidad. En toda España, las gasolineras automáticas (sin personal y gestionadas de forma remota) están ganando terreno y transformando por completo la forma en que llenamos el depósito.
En apenas seis años, este modelo ha pasado de ser una rareza a convertirse en un pilar del sector. En 2019 representaban el 8,5% del mercado; hoy, en 2025, ya alcanzan el 29%. Hay más de 3.400 estaciones automáticas repartidas por el país, casi cuatro veces más que antes de la pandemia. Lo que empezó como una solución económica se ha convertido en un fenómeno estructural que refleja cómo han cambiado nuestros hábitos y prioridades al volante.
Un cambio de hábitos que llegó para quedarse

El auge de las gasolineras automáticas tiene su origen en un cóctel de factores muy actuales, la inflación, las prisas (sobre todo la velocidad con la que vivimos en el día a día) y por supuesto, la tecnología. Repostar sin bajarte del coche ni esperar colas se ha convertido en sinónimo de comodidad y ahorro. En un contexto de precios energéticos disparados, los conductores españoles han encontrado en este modelo una forma práctica de gastar menos.
Las cifras lo dejan claro. Según la Asociación Española de Estaciones de Servicio Automáticas (AESAE), la participación de estas gasolineras ha crecido un 241% desde 2019. La pandemia actuó como un acelerador, muchos conductores se acostumbraron a evitar el contacto físico y descubrieron la autonomía del autoservicio. Hoy, las estaciones automáticas ya no se ven como una rareza, sino como parte del paisaje cotidiano.
Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana lideran el cambio

El mapa de las gasolineras sin personal tiene protagonistas claros. Andalucía encabeza el ranking, con 745 estaciones automáticas, un 89% más que el año pasado. Le siguen Cataluña (534) y la Comunidad Valenciana (482), que también han experimentado fuertes crecimientos. En las Islas Canarias, el fenómeno ha sido aún más espectacular, han multiplicado por cinco su red y suman ya 154 estaciones, un 431% más que en 2023.
La tendencia, sin embargo, no es uniforme. Mientras regiones como Navarra o Murcia también crecen con fuerza, otras como Baleares han reducido su red. En algunos casos, la resistencia local (sobre todo en zonas rurales) o las regulaciones autonómicas aún ralentizan la expansión. Pero la AESAE lo tiene claro, el mercado español tiene un potencial del 71%, lo que significa que el recorrido de este modelo aún está lejos de agotarse.
El fin del gasolinero y el auge del autoservicio

Pero lo que se esconde detrás de este cambio no es solo la tecnología, sino también un factor cultural e incluso económico, debido al impacto en los índices de desempleo que va dejando a su paso esta tendencia. Durante décadas, el gasolinero fue una figura cotidiana, el rostro amable de una parada en la carretera. Pero las nuevas generaciones de conductores buscan rapidez, precio y autonomía. Y las grandes operadoras lo saben. Repsol, Galp o Moeve (a través de Ballenoil) ya han incorporado líneas automáticas dentro de su estrategia de expansión.
Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), las estaciones desatendidas son además más baratas, el precio medio del diésel en abril de 2025, solo por poner un ejemplo, fue de 8,8 céntimos menor que en las gasolineras tradicionales. Aunque el combustible base es el mismo, la diferencia está en los aditivos y, sobre todo, en los costes de personal. En definitiva, repostar sin gasolinero no solo ahorra tiempo: también deja más dinero en el bolsillo.
Un modelo que apunta al futuro

Las gasolineras sin personal ya no son una curiosidad tecnológica, sino una tendencia imparable, lo que por lado está genial, es una experiencia que nos genera seguridad, autonomía, ahorro económico importante y sobre todo, rapidez, pero por el otro lado esta lo que no se cuenta, el desempleo de miles de personas que ya no se necesitan en estas estaciones de servicios.
La expansión de este tipo de estaciones de servicios responde a una nueva mentalidad, la del conductor que busca eficiencia, autonomía y ahorro. Como ocurrió con los cajeros automáticos o las cajas de autopago en supermercados, lo que hoy parece una alternativa terminará siendo la norma.
El “llénalo, por favor” está pasando a la historia, pero el progreso también tiene su encanto. En cada estación automática hay una historia de cambio, la de un país que se adapta, innova y aprende a moverse más rápido. Si seguimos así con esta tendencia en pleno crecimiento, quizá la próxima vez que repostes y no haya nadie al otro lado del surtidor, no sientas nostalgia por los “surtidores” que ya no están, sino curiosidad por ver hasta dónde puede llegar esta revolución silenciosa.







