China y BYD son víctimas de su propia revolución eléctrica y la burbuja del coche barato empieza a estallar

El ascenso de los eléctricos chinos ha sido fulgurante, casi tanto como el riesgo de su caída. China se lanzó a conquistar el futuro de la automoción con una velocidad inédita, pero ahora enfrenta la misma pregunta que tantas potencias industriales antes: cómo sostener el crecimiento sin que el peso del éxito acabe por hundirlo.

Durante un tiempo, el futuro del automóvil tuvo nombre y apellido: China. Con gigantes como BYD, Geely o Chery a la cabeza, y el empuje tecnológico de compañías como Xiaomi, el país asiático parecía destinado a dominar el mercado de los vehículos eléctricos.

Su receta era clara, la innovación a gran velocidad, precios bajos y el apoyo decidido del Gobierno con subsidios millonarios. Pero lo que hace apenas dos años se presentaba como una revolución imparable empieza a mostrar síntomas preocupantes.

LOS COCHES ELÉCTRICOS CHINOS PISAN EL FRENO: DE CONQUISTAR EL MUNDO A SUFRIR SU PROPIA BURBUJA

El caso más paradigmático es el del fabricante BYD, el gigante chino que controla más del 22% del mercado mundial de coches eléctricos. Sus buques cargueros, capaces de transportar más de 7.000 vehículos cada uno, son una imagen poderosa de la ambición industrial de China.

Publicidad

La empresa no solo exporta coches a medio planeta, sino que ha comenzado a construir fábricas en Europa y América Latina. Sin embargo, su éxito ha generado un efecto dominó en el resto del sector: la fiebre por producir eléctricos ha llevado a una guerra comercial interna que amenaza con convertirse en una burbuja.

En China operan actualmente más de 150 fabricantes de automóviles eléctricos, entre compañías nacionales y alianzas con empresas extranjeras. Este crecimiento descontrolado se alimentó de subvenciones públicas millonarias, incentivos a la compra y ayudas estatales al despliegue de cargadores e infraestructura. El resultado fue un mercado hipercompetitivo, donde casi todas las marcas compiten bajando precios para sobrevivir.

China y BYD son víctimas de su propia revolución eléctrica y la burbuja del coche barato empieza a estallar Fuente: Agencias
BYD ATTO 3 fabricado en China en el salón del automóvil IAA en Múnich, Alemania, el 8 de septiembre de 2023 Fuente: Agencias

LOS COCHES ELÉCTRICOS CHINOS COMO BYD Y OTROS SE AHOGAN EN SU ÉXITO CON PRECIOS A LA BAJA Y FÁBRICAS EN RIESGO

Esa batalla comercial ha tenido consecuencias directas. Algunas firmas han desaparecido en apenas dos años. Una de las más sonadas fue Ji Yue, una empresa creada en 2021 por Baidu (el "Google chino") y Geely, que acabó en bancarrota tras no poder sostener su ritmo de producción. “Más de cien compañías podrían desaparecer en los próximos cinco años", advirtió recientemente Stella Li, vicepresidenta de BYD.

Otros directivos han ido más allá. Wei Jianjun, presidente de Great Wall Motors, comparó la situación con el colapso de Evergrande, el gigante inmobiliario chino cuya quiebra sacudió la economía del país: "El Evergrande del sector automotriz ya existe, solo falta que estalle", afirmó. Sus palabras fueron una advertencia clara: la carrera por el coche eléctrico podría acabar de la misma manera que la burbuja del ladrillo, con un mercado inflado, endeudamiento masivo y pérdidas millonarias.

En el fondo, todos compiten con un enemigo invisible, el de los márgenes. Según la Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CPCA), el beneficio medio del sector ha pasado del 8% en 2017 a apenas un 4,3% en 2024, y se espera que siga cayendo este año. Mientras tanto, las ventas siguen creciendo, pero cada coche vendido deja menos dinero en caja.

China y BYD son víctimas de su propia revolución eléctrica y la burbuja del coche barato empieza a estallar Fuente: Cao-Cao
Lanzamiento del Cao-Cao, un nuevo modelo de coche eléctrico chino Fuente: Cao-Cao

Ante este escenario, el Gobierno chino ha decidido intervenir. El propio Xi Jinping publicó recientemente un artículo en la revista oficial del Partido Comunista en el que pedía "actuar con firmeza frente a las caóticas guerras de precios". Pekín ha convocado reuniones con las principales marcas, ha instado a los gobiernos regionales a recortar las subvenciones y ha advertido de que no permitirá un exceso de capacidad industrial que ponga en riesgo la estabilidad económica.

EL COCHE ELÉCTRICO ENTRA EN SU FASE MÁS PELIGROSA

La historia no es nueva. En otros países ya se ha visto algo similar. Rivian, Lucid o la división eléctrica de Ford en Estados Unidos también han sufrido el vértigo de un mercado que crece más rápido de lo que genera beneficios. Rivian acumula pérdidas de más de 22.000 millones de dólares, mientras Lucid ronda los 11.000 millones. El coche eléctrico es un negocio de futuro, sí, pero todavía no uno rentable.

Publicidad

A pesar de los nubarrones, China sigue siendo el gran laboratorio mundial de la movilidad eléctrica. Tiene la mayor penetración de vehículos eléctricos del planeta, una red de carga envidiable y un músculo tecnológico que ha desplazado a marcas históricas de Europa y Japón. Sin embargo, el futuro del sector ya no dependerá solo de la innovación o los costes, sino de quién logre sobrevivir a la sacudida.

Fuera de sus fronteras, el panorama tampoco es alentador. Estados Unidos ha ralentizado su transición hacia el vehículo eléctrico, y Europa ha empezado a revisar sus plazos para la descarbonización. Con menos demanda externa y una competencia feroz en casa, las empresas chinas más débiles están destinadas a desaparecer.

Publicidad