¿Cuánto vale tu vida? La sanidad pública decide así si financia o no un tratamiento médico

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La salud no tiene precio, pero la sanidad pública, por desgracia, sí tiene un presupuesto limitado. Ante la avalancha de nuevos tratamientos y tecnologías médicas, las administraciones se enfrentan al difícil reto de priorizar y decidir cuáles financiar y cuáles no. En este contexto, una herramienta clave entra en juego: los AVAC, o años de vida ajustados a calidad. Esta métrica traduce los beneficios en salud de cualquier intervención sanitaria a un valor económico, estableciendo un umbral de coste-efectividad que ayuda a optimizar el gasto público en materia de salud.

Si bien son poco conocidos fuera del ámbito médico, los AVAC tienen una influencia profunda en la vida de los ciudadanos, desde la gestación hasta los cuidados paliativos. Detrás de cada decisión sobre qué pruebas, tratamientos o programas cubrir, se esconden complejos cálculos basados en esta unidad de medida. En este artículo te contaremos cuánto cuesta tu salud y hablaremos de las medidas que toma el Gobierno para priorizar algunos tratamientos sobre otros.

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¿Cómo se calculan los AVAC?

¿Cómo se calculan los AVAC?

Imaginemos a un hombre de 70 años con una esperanza de vida de 10 años más. Si le diagnostican un cáncer que reduce su vida a solo unos días, pero un nuevo tratamiento le permite curarse y vivir esos 10 años completos, ese tratamiento le habría proporcionado 10 AVAC. Si el coste del tratamiento fue de 300.000 euros, cada AVAC habría costado 30.000 euros. Por otro lado, si 10 amigos del mismo hombre contraen una bacteria mortal y un antibiótico de 30.000 euros les salva la vida, ese gasto habría generado 100 AVAC para la sanidad pública, a un coste de solo 3.000 euros por cada uno. Los cálculos se vuelven más complejos cuando se considera la calidad de vida, pero este ejemplo básico ilustra la lógica detrás de los AVAC.