Más de la mitad de adolescentes trans dice haber sufrido transfobia en actividades de educación

Más de la mitad de los adolescentes trans asegura haber sufrido transfobia en actividades de educación no formal, como campamentos o actividades extraescolares, según un estudio presentado este miércoles por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) basado en encuestas a 70 jóvenes trans de 14 a 25 años.

Según el estudio, dado a conocer por el vicepresidente de FELGTB, Mané Fernández, 1 de cada 4 encuestados no participan en actividades de educación no formal y el principal factor es porque sienten rechazo (34% de los casos).

Además, el 36% reconoce haber sufrido preguntas inadecuadas sobre cómo era su cuerpo, genitales y otros tipos de curiosidad inapropiada; el 33% tuvo dificultades para usar los aseos y vestuarios según su género y se vieron en la obligación de usar los correspondientes al género que se les asignó al nacer; y el 31% denuncia que en estas actividades se hacía un uso del nombre y género que se les asignó al nacer de manera intencionada y con una finalidad hiriente.

El estudio también revela quién ejerce la transfobia en este tipo de actividades, siendo el resto de participantes la mayoría (67%). El 22% restante son los educadores o monitores y el 11% familias de personas participantes.

Con respecto a las consecuencias emocionales de los adolescentes trans, el estudio señala que el 94% experimentó un aumento del malestar que sentían con su identidad de género y el 88% sufrió emociones intensas de miedo o tristeza. Además, un 61% tuvo ideaciones suicidas; el 50% se autolesionó tras estas experiencias; y un 17% confiesa que le condujeron a un intento autolítico.

El estudio también apunta que un 35% de las personas trans participantes que sufrió transfobia nunca informó a nadie de la situación que estaban viviendo. «Lo más preocupante es que, ante estas vivencias, desde los centros no se hizo nada, se miró a un lado o se puso la espalda», comenta Mané Fernández.

Por todo ello, la FELGTB solicita que, en el marco de las competencias autonómicas, se revise la regulación de las políticas públicas en materia de educación no formal, y más precisamente de ocio y tiempo libre, para que haya medidas de integración para la diversidad sexual, de género y familiar.

Además, la Federación considera «trascendental» que personas tituladas en monitoraje, coordinación, dirección de tiempo libre o perfiles profesionales con este enfoque, estén formadas en diversidad afectivo-sexual, familiar y de género, y que esta materia sea abordada en los cursos de capacitación de una manera efectiva.

Y piden que se aplique la nueva Ley educativa, la LOMLOE (la denominada ‘Ley Celaá’), que establece que «se fomentarán de manera trasversal la educación para la salud, incluida la afectivo-sexual».

«Pero mientras no sea una asignatura como tal, sino algo transversal que no termina de aterrizar en ninguna asignatura o módulo concreto, se nos complica mucho el poder llegar a esas aulas, y se seguirán dando estas agresiones y LGTBIfobia que últimamente vemos que está creciendo bastante», advierte el coordinador de Educación de la FELGTB, Alberto Alba.

CAMPAÑA DE DONACIÓN PARA IMPARTIR CHARLAS

Con motivo de estos datos, la FELGTB ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos para seguir impartiendo charlas educativas sobre diversidad afectivo-sexual en centros educativos.

«La educación va a ayudar muchísimo al desarrollo de cualquier persona, tenemos que tener en cuenta que hablamos de derechos humanos», señala Alba, que considera que la falta de recursos de las administraciones públicas se suplen con los recursos de las entidades, pero estas entidades funcionan gracias a las donaciones. Según la FELGTB, cada charla tiene un coste de 30 euros.

Para ejemplificar la importancia de estas charlas sobre el alumnado, tres adolescentes han compartido su experiencia con ellas. Es el caso de Nuria, joven bisexual de 19 años, que recibió este tipo de charlas en Bachillerato. «Me ayudaron a entenderme a mí misma, a dejar de sentirme rara. Fue un gran apoyo emocional, logró hacerme sentirme tal y como soy», dice.

Por su parte, Elsa, también bisexual, de 18 años, recibió estas charlas en 4º de ESO, aunque le hubiera gustado recibirlas antes. Tal y como explica, las charlas supusieron «un parón para reflexionar y comenzar algo nuevo«. Además, no sólo ayudaron al instituto, sino a todo el pueblo, al ambiente.

También en 4º de ESO las recibió Aarón, joven no binarie de 21 años, cuando comenzaba a tener dudas sobre su identidad. «Hasta el momento me sentía muy solo, que no hay nadie más ahí, y de repente me doy cuenta de que mi mundo interno es real«, relata Aarón, que ahora se sienta parte de «una comunidad enorme».