Atente a las consecuencias: daños que provoca usar mal la mascarilla

La mascarilla, desde hace ya unos meses, es parte de nuestras vidas, y lo será durante muchísimo tiempo. Sabemos que es nuestra gran aliada para combatir la pandemia del coronavirus que ha puesto patas arriba nuestro mundo y que de momento no tiene visos de remitir. Su uso es obligatorio en todo el territorio nacional, y su eficacia para protegernos de la enfermedad está más que probada. Pero no eso no significa que no pueda causarnos daño si la utilizamos de forma incorrecta.

Allá por el mes de mayo fuimos testigos de una delirante manifestación en la madrileña Plaza de Colón en la cual miles de personas protestaron contra la mascarilla. Decían que eran bozales y que perjudicaban la salud más que otra cosa. Nada de eso ha demostrado ser cierto y, en todo caso, mucho más dañinas para la salud serían las consecuencias de no llevarla puesta y contagiarse de coronavirus. Es importante utilizar la mascarilla de forma correcta para evitar dichos efectos secundarios. 

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La nariz al aire

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Ya es un clásico en lo que se refiere al uso de la mascarilla. Lo llevamos viendo en la calle desde el comienzo de la pandemia, y es que parece que hay mucha gente que no aprende la lección. Repitámoslo una vez más, para ver si en esta ocasión se dan por enteradas esas miles de personas que nos cruzamos con la nariz por fuera de la mascarilla.

Llevar así la mascarilla es exactamente igual que no llevar nada. Te puedes contagiar igualmente de coronavirus, inhalando el bicho por la nariz. Y eso sería tu responsabilidad, el precio a pagar por tu imprudencia, pero no es lo realmente grave. Lo grave es que puedes contagiar a los que están a tu alrededor en caso de que tú estuvieras infectado. Así que ya sabes: la mascarilla debe cubrir tanto la boca como la nariz para cumplir su cometido.

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El efecto Peltzman

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Se trata de un curioso efecto psicológico derivado del uso de mascarilla. No tiene tanto que ver con el uso incorrecto de la misma, sino con el modo en que nos sentimos protegidos por llevarla puesta. Dos científicos británicos publicaron hace unos meses un artículo en la revista ‘Fast & Company’ en el cual advertían de algunos riesgos inesperados que pueden derivarse del uso obligatorio de mascarilla.

Los individuos, cuando adoptamos una medida de seguridad e higiene, tendemos a desentendernos de las demás. “Como ya llevo la mascarilla puesta, estoy protegido”, tendemos a pensar de forma inconsciente. Pero no deberíamos relajarnos a la hora de cuidar otras formas de protección. Por ejemplo, el lavado de manos, o evitar el contacto físico con otras personas. Todo cuenta, y no debemos caer en esa falsa sensación de seguridad. 

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Tocarse la cara más de la cuenta

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Al llevar la mascarilla puesta tendemos a tocarnos más la cara. Que si nos molesta, nos pica, se nos cae, nos aprieta, no encaja bien…Por eso nos llevamos las manos a la cara sin pensarlo de forma constante para ajustarnos la mascarilla. Y ya desde el principio de la pandemia, allá por el mes de marzo, los expertos nos advertían contra esta práctica. Evitar a toda costa tocarse la cara, pues puede aumentar las posibilidades de infectarnos de coronavirus.

Lo que deberíamos hacer es no tocarnos la cara, pero es algo muy difícil de conseguir, más aún llevando mascarilla. Al menos tendríamos que tratar de no hacerlo sin antes lavarnos y desinfectarnos bien las manos. «Una máscara que pica o que esté mal ajustada puede significar que te frotes los ojos, nariz y boca con más frecuencia. Después de tocar la máscara, existe el riesgo de que tus manos queden contaminadas, y que a su vez propagues el virus por otras superficies como puertas, pomos o barandillas”, cuentan los científicos británicos en el citado estudio.

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Alergias y eccemas

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Aunque las autoridades sanitarias ya están tomando cartas en el asunto, en el mercado se pueden encontrar mascarillas que no tienen ninguna clase de control u homologación. Es importante que las mascarillas estén hechos con materiales adecuados, pues van a pasar horas y horas pegadas a la piel de nuestro rostro, y eso puede tener consecuencias.

Si el tejido de las mascarillas no es el que debería, corremos el riesgo de desarrollar una alergia por el contacto excesivo. Las autoridades insisten en que siempre hay que asegurarse de que cuenta con todos los certificados sanitarios europeos en regla. Lo mismo sucede con las gomas que sujetan la mascarilla, que podrían acabar produciéndonos eccemas o pequeñas heridas. 

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Problemas de la piel

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Es evidente que llevando la mascarilla puesta la piel de la cara se oxigena e hidrata mucho menos de lo normal. No obstante, hace ya tiempo que los dermatólogos han señalado que se trata simplemente de daños leves y que difícilmente degenerarán en una dolencia grave. El contacto estrecho y el roce constante pueden producir enrojecimiento de la piel, sequedad, picazón o dermatitis. 

La causa de estos daños hay que buscarlos en el aislamiento que sometemos a la piel de la cara cuando tenemos la mascarilla puesta. Creamos una zona que no transpira, que no se oxigena y en la que se queda concentrado nuestro aliento y nuestro sudor. Las personas que ya sufran algún tipo de problema cutáneo pueden ver cómo empeora ligeramente la situación.

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Dificultades respiratorias

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Este es uno de los efectos secundarios más incómodos del uso de mascarilla. Vamos caminando y sentimos que nos llega poco aire, que no nos llena lo suficiente los pulmones y no estamos oxigenados. Esa sensación de falta de aire es completamente normal al usar la mascarilla, y es especialmente acusada al hacer un esfuerzo físico como cargar con algo de peso o subir una cuesta o unas escaleras.

A eso se le suma que, con la mascarilla puestas, estamos respirando nuestro propio aire exhalado rico en dióxido de carbono. Este puede ir acumulándose en nuestro organismo y producir dolores de cabeza, pesadez de piernas o lentitud de movimientos. Por ello, es recomendable no hacer esfuerzos físicos excesivos con la mascarilla puesta. 

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