El vecino del sexto B y la importancia de tener harina

 

@arturosanromanf

De los poco bueno que nos va dejar este confinamiento es el aumento de nuestra capacidad de empatía con nuestra gente y con los de las ventanas de enfrente.

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De repente los vecinos tienen nombre, esos mismos vecinos que llevamos años
cruzándonos con ellos y que  nunca se nos hubiese ocurrido que tuviésemos algún en común, más allá del protocolario “buenos días”.

Hemos descubierto que tenemos en común el mismo fin, acabar con esto
juntos. Hemos recuperado el valor de la comunidad, el compartir y ayudar.
Los edifi cios han dejado de ser meros dormitorios, para convertirse en corralas donde todos preguntan por los demás y ofrecen lo que tienen. Ya no hay cotilleo sino una necesidad real de socializar una realidad que nos hace vulnerables y que esa vulnerabilidad nos convierte en mejores personas. Estamos atentos al del sexto B, que ya es mayor, por si necesita que le hagamos la compra, a la
vecina del 4ºA, que tiene 86 años y vive sola, y que mañana es su cumpleaños, y que debemos hacerle una celebración. Cada piso ha dejado de ser anónimo y ahora tiene rostro y una historia de la que queremos ser cómplices. En estos días reaparecen, a través de WhatsApp, personas que te preguntan ¿cómo estás?, y que por una vez no es una pregunta retórica, sino la constatación de que realmente les importas y por lo tanto les interesa de verdad saber que estás bien.

De padres e hijos

El confinamiento esta obligando a que los padres hablen con sus hijos, ha escucharlos y a conocer sus verdaderas preocupaciones y motivaciones.
Y en estos momentos es cuando los padres se preguntan ¿porqué no he hablado antes y más con mis hijos?, este escenario nos prepara para ser mejor padres, a la vuelta de este mal sueño.
Los hijos han descubierto que más allá de su teléfono y sus redes sociales, es agradable hablar con sus padres, conocerlos mejor y entender sus motivaciones, miedos, desvelos. Para muchos hijos sus padres han vuelto a ser los héroes de cuando eran pequeño, pero esta vez héroes de carne y hueso sin capa, con una gran capacidad de sacrificio y generosidad en aras de la familia.

Todos a la cocina

Si preguntamos cual es el sitio nuclear de una casa, en este confinamiento, sin lugar a dudas la mayoría contestaría que la cocina. Los niños están aprendiendo lo divertido que es cocinar, trabajar codo a codo con sus padres y con sus hermanos.
La cuarentena está creando una nueva especie de personas, aquellas que no habían pisado una cocina en su vida, y que de repente se convierten en cocinillas para martirio de sus familias que tienen que comer sus inventos.
Además, la cocina se ha convertido en el bar de la casa, en ella nos preparamos nuestras tapas y nuestras cervezas, y hacemos el aperitivo en familia. Los datos demuestran que no estamos dispuestos a renunciar a nuestras recetas de postres y muchos menos al aperitivo.

Subidas de ventas de la última semana :
Harina: 196%
Cerveza: 77,65%
Vino: 62,7%
Aceitunas: 93,82%
Patatas fritas: 87,13%
Anchoas: 60%