Un peligro: por qué no deberías chupar las cabezas de los langostinos

Ya estamos empezando a asumir que este año las navidades serán atípicas, muy diferentes a las que hemos conocido toda la vida. No habrá fiestas de Nochevieja, ni reuniones de la familia al completo, ni cenas de empresa ni con todos los amigos. Pero, pese a todo, hay cosas que nunca cambian por esas fechas. Una de ellas es la comida: pavo, turrón, mazapanes, polvorones y, en muchas casas, también langostinos. Todo un clásico en las mesas familiares para estas fiestas.

Son casi un capricho, una comida especial para unos días muy especiales. Pero conviene tener cuidado con los langostino y con lo que aprovechamos y dejamos de aprovechar en ellos. Hay tantos gustos como colores, y en todas las casas de España habrá alguien a quien le guste tanto el langostino que quiera rematar la faena chupando la cabeza. Si tú eres uno de ellos, o algún familiar tuyo, más vale que tengas cuidado. Estas son las razones por las que no deberías sorber los sesos de los langostinos.

Cuidado con el cadmio

Langostinos

No se trata de un capricho de gurú de la alimentación ni es cuestión de que tenga más o menos calorías. Es una cuestión de salud de primer orden. Tanto es así que Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, dependiente del ministerio de Consumo del Gobierno, lleva más de una década advirtiendo al respecto, y haciéndolo de una forma muy clara.

El organismo recomienda “limitar en la medida de lo posible, el consumo de la carne oscura de los crustáceos, localizada en la cabeza, con el objetivo de reducir la exposición de cadmio”. El cadmio es lo que se conoce como un metal pesado, y corremos el riesgo de que se vaya acumulando en nuestro organismo con consecuencias fatales a la larga.