ACEA sugiere fijar los objetivos de carbono para después de 2030

La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha sugerido fijar los objetivos de carbono para después de 2030 tras una revisión en el año 2028, incidiendo en que la cláusula de revisión debería reforzarse para proporcionar una clara salvaguarda de que las condiciones favorables se aplicarán al mismo ritmo que los objetivos de reducción de dióxido de carbono (CO2).

La Comisión Europea propone un objetivo del 100% de reducción de las emisiones de CO2 para los coches y las furgonetas en 2035, lo que se traduce en una prohibición de facto del motor de combustión interna ese mismo año.

Para alcanzarlo, según ACEA, sería necesario mejorar «radicalmente» las condiciones, en particular el despliegue de una amplia red de puntos de recarga públicos y privados alimentados con electricidad renovable, así como incentivos para los consumidores y control sobre los precios de la energía, entre otras cosas.

«Mientras haya un grado tan alto de incertidumbre en torno a las perspectivas futuras de todos estos factores, es prematuro fijar un objetivo para 2035», defienden desde la asociación.

PROPUESTAS DE EMISIONES

El pasado mes de julio, la Comisión Europea publicó un paquete de trece propuestas legislativas para ayudar a conseguir una reducción del 55% de las emisiones de CO2 para 2030. También incluye una propuesta de Reglamento de Infraestructura de Combustibles Alternativos (AFIR).

De esta manera, la asociación de fabricantes europeos pide al Consejo y al Parlamento Europeo que acuerden un paquete de medidas «coherente». Por ello, han presentado recomendaciones para la revisión del Reglamento de CO2.

Con respecto a los objetivos para 2025, ACEA los mantiene en la reducción del 15%, ya que se fijaron hace solo dos años, en mayo de 2019. De hecho, las normas revisadas que se están debatiendo no entrarán en vigor antes de mediados de 2023, por lo que cualquier cambio en los objetivos de 2025 no dejaría tiempo suficiente para adaptar los vehículos a los ciclos de desarrollo y producción.

El objetivo de una reducción del 55% (frente a un 37,5% que propone ACEA) para 2030 para los turismos, con datos actuales, es «muy difícil» a juicio de la asociación, y solo podría alcanzarse con «un enorme aumento» de las ventas de vehículos eléctricos que, a su vez, no puede producirse sin un aumento masivo del despliegue de la infraestructura de recarga necesaria.

Sin embargo, la asociación entiende que los objetivos propuestos en el AFIR no están «en absoluto a la altura». En particular, destaca el nivel de potencia requerida, que tiene que aumentar significativamente, lo que se traduce en un mayor número de puntos de recarga que hay que desplegar en toda la UE.

Mientras que el objetivo de la reducción del 50% (frente a un 31% propuesto por ACEA) para las furgonetas, en combinación con otras medidas, supondría un nivel de ambición extremadamente exigente para este segmento de vehículos.

Así, la organización ha destacado la complejidad del cambio de la cadena del tren motriz en el segmento de las furgonetas, el impacto negativo que puede tener en las empresas, especialmente en las pymes, y los grandes retos que plantea el funcionamiento de las furgonetas electrificadas en las clases de vehículos superiores, como la necesidad de infraestructuras de recarga en los depósitos o la falta de atención a los incentivos financieros para las furgonetas, factores que ponen de manifiesto la magnitud de la tarea.

Con las actuales condiciones y dadas las especificidades de este segmento de vehículos, el objetivo propuesto para las furgonetas es «extremadamente desafiante, rozando lo irreal», especialmente si la propuesta AFIR no proporciona suficiente infraestructura, según la asociación.

OTRAS RECOMENDACIONES

Actualmente, los fabricantes de pequeño volumen (menos de 10.000 unidades) pueden solicitar una excepción, en virtud de la cual acuerdan con la Comisión un plan plurianual de reducción de CO2 basado en criterios específicos y con un régimen de excepción a partir de 2030. Esto se traduciría en objetivos de reducción de CO2 del 80% en nueve años para los fabricantes de pequeño volumen.

Para cumplir estas disposiciones, los fabricantes tendrían que recurrir a tecnologías que simplemente no están disponibles, o alterar las características esenciales de sus vehículos de forma incompatible con el rendimiento que los clientes esperan de estos vehículos.

El impacto medioambiental de esta supresión sería insignificante, ya que estos vehículos representan menos del 0,2% de las matriculaciones de vehículos nuevos en la UE y tienen un kilometraje muy bajo (unos 5.000 kilómetros al año, aproximadamente un tercio del de otros coches).

Por otro lado, también se corre el riesgo de frenar la innovación, lo que afectaría «gravemente» a este segmento de negocio.

Por último, ACEA entiende que ciertas flexibilidades son fundamentales para que la industria alcance los objetivos propuestos de la manera más eficiente. En la actualidad, los fabricantes de un segmento pueden agruparse para cumplir su objetivo de emisiones en el marco de un «acuerdo de agrupación» (pool), es por ello, que la asociación propone hacer posible la agrupación entre fabricantes de automóviles y furgonetas.

Los fabricantes de vehículos de la UE, unidos en la ACEA, están «plenamente comprometidos» a reducir las emisiones de CO2 a cero, apoyando el objetivo de Europa de alcanzar la neutralidad climática para 2050.