Einstein tenía razón: observan la danza de una estrella alrededor del agujero negro supermasivo

Observaciones realizadas por un telescopio del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) revelan por primera vez que una estrella que orbita el agujero negro supermasivo que hay en el centro de la Vía Láctea se mueve tal y como lo predijo el físico Albert Einstein en su teoría general de la relatividad.

La órbita tiene forma de rosetón (y no de elipse, como predijo la teoríade la gravedad de Isaac Newton). Este resultado tan buscado fue posible gracias a las mediciones, cada vez más precisas, llevada a cabo a lo largo de casi 30 aaños, lo que ha permitido a los científicos desbloquear los misterios del gigante que acecha en el corazón de la Vía Láctea, según desveló este jueves el ESO.

La teoría general de la relatividad de Einstein predice que las órbitas enlazadas de un objeto alrededor de otro no están cerradas, como en la gravedad newtoniana, sino que tienen un movimiento de precesión hacia adelante en el plano de movimiento. Este famoso efecto -visto por primera vez en la órbita de Mercurio alrededor del Sol- fue la primera evidencia a favor de la relatividad general.

Cien años después, el telescopio VLT (Very Large Telescope) ha detectado el mismo efecto en el movimiento de una estrella que orbita la fuente de radio compacta Sagitario A*, en el centro de la Vía Láctea. «Este avance observacional fortalece la evidencia de que Sagitario A* debe ser un agujero negro supermasivo de cuatro millones de veces la masa del Sol”, afirmó Reinhard Genzel, director del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre y artífice del programa de 30 años que ha llevado a este resultado.

Situado a 26.000 años luz del Sol, Sagitario A* y el denso cúmulo de estrellas que hay a su alrededor, proporcionan un laboratorio único para poner a prueba la física en un régimen de gravedad extremo e inexplorado. Una de estas estrellas, S2, se precipita hacia el agujero negro supermasivo desde una distancia de menos de 20.000 millones de kilómetros (120 veces la distancia entre el Sol y la Tierra), lo que la convierte en una de las estrellas más cercanas que se han encontrado en órbita alrededor del gigante masivo.

MOVIMIENTO DE PRECESIÓN

En su aproximación más cercana al agujero negro, S2 atraviesa el espacio a casi el tres por ciento de la velocidad de la luz, completando una órbita una vez cada 16 años. «Tras seguir a la estrella en su órbita durante más de dos décadas y media, nuestras exquisitas mediciones detectan, de manera robusta, la precesión Schwarzschild de S2 en su camino alrededor de Sagitario A*», apuntó Stefan Gillessen, quien lideró el análisis de las mediciones publicadas este jueves en la revista ‘Astronomy & Astrophysics’.

La mayoría de las estrellas y planetas tienen una órbita no circular y, por lo tanto, se acercan y se alejan del objeto alrededor del cual giran. La órbita de S2 tiene un movimiento de precesión, lo que significa que la ubicación de su punto más cercano al agujero negro supermasivo cambia con cada giro, de modo que la siguiente órbita gira con respecto a la anterior, creando una forma de rosetón. La teoría general de la relatividad proporciona una predicción precisa de cuánto cambia su órbita y las últimas mediciones de esta investigación coinciden exactamente con Einstein. Este efecto, conocido como precesión Schwarzschild, no se había medido nunca antes en una estrella alrededor de un agujero negro supermasivo.

Este resultado es la culminación de 27 años de observaciones de la estrella S2 utilizando, durante la mayor parte de este tiempo, una flota de instrumentos instalados en el VLT de ESO, ubicado en el desierto de Atacama (Chile). El número de puntos de datos que marcan la posición y la velocidad de la estrella atestigua la minuciosidad y precisión de esta nueva investigación: el equipo realizó más de 330 mediciones en total utilizando los instrumentos Gravity, Sinfoni y NACO. Dado que S2 tarda años en orbitar el agujero negro supermasivo, fue crucial seguir a la estrella durante casi tres décadas para desentrañar las complejidades de su movimiento orbital.

(SERVIMEDIA)