Abarcas menorquinas: durabilidad, belleza, resistencia y comodidad en un solo calzado

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Hablar de abarcas menorquinas es sentir la esencia del Mediterráneo en todo su esplendor. Es un producto que en sí mismo describe a toda una región, y que denota como lo artesanal, transmitido de generación en generación, puede mantenerse vigente y adaptarse a los nuevos tiempos

El queso Mahón, la sobrasada o la ginebra son productos que automáticamente nos remotan a Menorca, pero hay uno que no sólo nos remonta, sino que representa su más pura esencia, su historia: las abarcas menorquinas.

En general las abarcas, también denominadas albarcas, son un calzado rústico cuyo componente principal es el cuero crudo. Sólo cubren la planta de los pies y se aseguran con tiras, una gruesa sobre el empeine y una más fina en la parte del tobillo.

Las menorquinas son bastante resistentes, ya que así fueron concebidas desde tiempos inmemoriales para hacer frente al suelo pedregoso de la isla y las faenas laborales que eran muy fuertes.

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Muy usadas desde tiempos remotos

Los primeros que usaron estas famosas sandalias fueron los honderos que habitaban las Islas Baleares en los tiempos de las luchas contra los romanos. Muchísimo tiempo después, su uso se popularizó entre los campesinos quienes vieron en las abarcas un calzado resistente y a la vez flexible que era el idóneo para sus labores en la tierra, ya que además protegía los pies y era cómodo.

El llamado «calzado de los trabajadores» en la actualidad es un sello que identifica a Menorca. Es prácticamente una tradición que todo aquel que visita la isla adquiera al menos un par de abarcas menorquinas, y es que su popularidad más que una costumbre viene dada por la belleza, la comodidad y lo duraderas que son.

El proceso de fabricación de estas sandalias típicas, a pesar de que actualmente es industrializado, sigue respondiendo a las técnicas y herramientas que se han usado de generación en generación.

Hoy en día siguen siendo elaboradas con neumáticos reciclados, son premoldeadas, las partes de cuero se cortan y encolan una a una y el cuero se reblandece a mano, todo con el objetivo de que no sean duras y no causen daños en los pies.

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