Madrid y Barcelona vuelven a situarse entre las treinta ciudades mejor preparadas del mundo para afrontar los retos del transporte del futuro. Así lo refleja la sexta edición del Urban Mobility Readiness Index 2024, elaborado por Oliver Wyman Forum en colaboración con la Universidad de Berkeley (California), que analiza la capacidad de las urbes para adaptarse a un modelo de movilidad más sostenible, conectado y accesible.
Aunque ambas ciudades españolas descienden levemente respecto al año pasado —Madrid al puesto 26 y Barcelona al 27—, el informe subraya su liderazgo europeo en innovación, seguridad y sostenibilidad.
El estudio evalúa setenta metrópolis de todo el planeta mediante 71 métricas agrupadas en cinco dimensiones: impacto social, infraestructuras, atractivo del mercado, eficiencia del sistema e innovación. Este año, además, incorpora un nuevo subíndice que mide la adopción tecnológica, un aspecto clave para entender cómo las ciudades se preparan para integrar avances como los vehículos autónomos, los sistemas inteligentes de tráfico o los cargadores rápidos para vehículos eléctricos.
En esta edición, San Francisco recupera el primer puesto mundial, seguida por París, que escala seis posiciones hasta el segundo lugar. Las ciudades europeas continúan dominando el top 10, con Múnich, Ámsterdam, Estocolmo y Berlín también en los primeros lugares.

En el caso de Madrid, el informe destaca su fortaleza en innovación tecnológica y seguridad del transporte público. La capital se ha consolidado como líder europeo en tránsito automatizado gracias a la modernización de su red de metro, que cuenta con varias líneas completamente automatizadas y un ambicioso programa de mantenimiento tecnológico. De hecho, la ciudad ocupa la segunda posición europea y la primera mundial en seguridad percibida en el transporte, además de situarse como la urbe europea con el sistema más asequible y la tercera a nivel global en esta categoría.
Madrid avanza en micromovilidad
La apuesta madrileña por un transporte más limpio y eficiente se refleja en su fuerte inversión en electrificación. En 2024, se inauguró en la capital la estación de carga de autobuses eléctricos más grande de Europa, con capacidad para alimentar simultáneamente a 118 vehículos. La Empresa Municipal de Transportes (EMT) planea además ampliar un 20 % los puntos de carga actuales, hasta alcanzar los 320 en 2025.
Este compromiso con la movilidad eléctrica se complementa con el esfuerzo por reducir la huella de carbono mediante el uso de fuentes de energía más sostenibles, como la solar o la hidroeléctrica.

Su red ciclista y el sistema público de bicicletas BiciMad siguen creciendo gracias a la financiación europea, con el objetivo de alcanzar las 7.500 bicicletas disponibles. Sin embargo, el informe señala que la adopción del vehículo eléctrico privado continúa siendo un reto. Pese a los incentivos fiscales y a programas como el Moves III, el uso de coches eléctricos sigue siendo limitado. Los expertos recomiendan reforzar las ayudas, aumentar las estaciones de recarga y mantener políticas activas de fomento para acelerar la transición hacia una flota más sostenible.
Barcelona, líder priorizando al peatón
Mientras tanto, Barcelona mantiene su liderazgo en diseño urbano y movilidad peatonal. La ciudad condal es reconocida mundialmente por su programa de supermanzanas, espacios urbanos donde se prioriza al peatón sobre el vehículo, se crean áreas verdes y zonas de juego y se fomenta una convivencia más saludable con el entorno. Estas intervenciones, que han transformado la estructura de varios barrios, han convertido a Barcelona en un referente global de planificación urbana sostenible.
El estudio resalta también la calidad de la red viaria barcelonesa y la eficiencia de su gestión del tráfico, que le permiten ocupar la segunda posición mundial en seguridad vial y situarse entre las cinco ciudades europeas con mayor fluidez de tráfico. Su sistema de control inteligente, basado en semáforos coordinados y un centro de monitorización de incidencias, ha contribuido a mejorar la movilidad y reducir los tiempos de desplazamiento.
Asimismo, la ciudad se ha fijado un objetivo ambicioso. El 65 % de los desplazamientos motorizados se deberán realizar en transporte público en 2025, frente al 44 % registrado en 2023. Para lograrlo, ha aprobado la adquisición de 39 nuevos trenes de metro, lo que supone un incremento del 20 % de su flota. Esta ampliación permitirá aumentar la frecuencia de paso y mejorar la accesibilidad, uno de los puntos débiles señalados por los usuarios, que todavía sufren la escasa densidad de estaciones en algunas zonas periféricas.

Barcelona, sin embargo, comparte con Madrid los desafíos de la electrificación del parque automovilístico. Aunque la ciudad ha avanzado en la implantación de zonas de bajas emisiones, necesita ampliar su red de puntos de recarga y reforzar los incentivos fiscales para acelerar la adopción del coche eléctrico. También se enfrenta a un problema creciente de contaminación acústica, que el informe recomienda abordar mediante límites de velocidad más bajos y la instalación de pantallas acústicas en las vías más transitadas.
El Urban Mobility Readiness Index subraya que el éxito de las ciudades en el futuro dependerá de su capacidad para integrar soluciones sostenibles y tecnológicas que prioricen la seguridad y la accesibilidad. Invertir en transporte público y fomentar la movilidad activa —caminar o desplazarse en bicicleta— se presenta como una estrategia clave para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Ejemplos como el de Milán, que planea una red ciclista conectando cuarenta escuelas, muestran cómo la movilidad puede tener un impacto directo en la cohesión social y la seguridad de los más jóvenes.
El informe advierte también que el mercado de vehículos eléctricos sigue dependiendo en gran medida de las subvenciones públicas. Cumplir con los objetivos climáticos globales exigirá, según los expertos, un esfuerzo coordinado en la electrificación de las flotas de autobuses y en la producción de electricidad limpia.
Pese a su ligera caída en el ranking, Madrid y Barcelona se mantienen como dos referentes europeos en materia de movilidad urbana. Mientras la capital avanza con su red automatizada de metro y sus ambiciosos proyectos de electrificación, Barcelona apuesta por un modelo de ciudad más humana, donde los peatones y las zonas verdes ganan terreno al asfalto.







