Agentes describen la habitación del crimen de Desirée en Lugo como una «escena violenta»

Los agentes que participaron en la primera asistencia tras el asesinato de la niña Desirée Leal describen la habitación en la que se produjo el crimen como una «escena violenta» y en la que había «demasiada sangre» para cuadrar con la versión dada por la familia.

Durante la tercera sesión de este juicio, que acoge la Audiencia Provincial de Lugo, han declarado como testigos hasta siete agentes que participaron en distintas diligencias relacionadas con los primeros momentos del caso: los que se personaron en el domicilio para hablar con la familia y los que acudieron posteriormente al hospital a entrevistarse con la madre de la niña.

Todos ellos han coincidido en señalar que vieron de forma evidente manchas de sangre en la cara y las manos de la menor, en el suelo de la habitación, en un zapato y en un calcetín, y que les pareció «demasiada sangre» para cuadrar con la hipótesis inicialmente lanzada por la madre, que Desirée podría haberse intoxicado bebiendo de una botella con pastillas tranquilizantes que ella había preparado para sí misma.

En concreto, uno de los primeros agentes en llegar a la vivienda, cuando los sanitarios todavía estaban tratando de reanimarla, ha explicado que vio «un poco de sangre en el labio», así como dos manchas que parecían de sangre en la almohada de la cama, en el suelo, en un zapato y en un calcetín. «Me llamó la atención la sangre porque no me coincidía con una muerte natural», ha dicho.

El segundo grupo de agentes, a quienes se comunicó que era una posible ingesta de pastillas, también se sorprendió por la presencia de sangre en el cuerpo de la menor y en la habitación. «Cuando veo la escena, veo una escena violenta», ha dicho uno de los testigos, que consideró que «había demasiada sangre desperdigada por la zona» para tratarse de una «muerte por consumo de pastillas». Este segundo agente ha descrito que en el cuerpo de la niña pudo ver sangre en el labio, uñas, manos y antebrazo.

A renglón seguido, ha explicado que la escena «estaba revuelta», algo que, no obstante, «es entendible», dado que ya habían pasado por la zona los técnicos de emergencias y los sanitarios. Sin embargo, para los agentes no es explicable la presencia de tantas manchas de sangre, así como que en el cabecero de la cama se encontrasen salpicaduras de un líquido que contenía trazodona, y consideran que «ninguna versión» de las ofrecidas por la acusada «es compatible con ese escenario».

LA MADRE, TRANQUILA Y «NO COLABORADORA»

Sobre como se encontraba la madre horas después del crimen, los agentes han coincidido en que estaba «tranquila» y que se la veía «afectada», pero «no ida».

La acusada se encontraba en el salón de la vivienda acompañada por su padre –su madre estaba en otra habitación– y los primeros agentes la vieron «recostada en el sillón y con una manta que la tapaba hasta el cuello». Estaba «adormilada» y «bastante tranquila», así como «completamente consciente».

«No puedo decir que estaba cien por cien centrada, después de un momento como ese es lo normal, pero estaba consciente en ese momento, no respondía con incongruencias. Estaba afectada, pero no ida», ha dicho uno de los guardias civiles.

Varios de ellos, no obstante, han apuntado que su actitud «cambió» al preguntarle acerca de lo que había sucedido esa noche, momento en el cual «mostró una actitud un poco defensiva», alegando que se «encontraba mal» y no quería seguir respondiendo preguntas.

Del mismo modo, otro de los agentes ha contado que fue a consultarle si podían llevarse su tablet y teléfono para investigar posibles pistas y que, tras mirar a su padre, la acusada dijo «No, no os dejo que os lo llevéis». «Me chocó que no fuese colaborativa en un momento así, que quieres esclarecer la muerte de tu hijo», ha dicho el guardia civil, que la vio «hasta el punto de defensiva».

Otro de los elementos que han destacado es que el pijama que vestía esa noche la acusada, en el que se encontraron restos de sangre, fue localizado debajo de la cama, en una situación en la que no parecía haber llegado de forma «accidental».

Los padres y el novio de la acusada dijeron a los agentes que ésta tenía «una patología de tipo depresivo», aunque inicialmente no contaron que «tenía manía persecutoria» y que «creía que la espiaban».

OTRA VERSIÓN

El primer agente de guardia civil que habló con la acusada ha sostenido este miércoles ante el tribunal que inicialmente ésta le contó otra versión de los hechos: «Dijo que la niña se había levantado a la cocina y no había vuelto y que, después, ella se había levantado para ir a la galería y la había visto tirada en el pasillo».

Tanto en su declaración posterior como en el juicio, la madre de Desirée ha sostenido que cuando se levantó, la niña estaba en la habitación, pero que no la vio porque la luz estaba apagada. Fue hasta la cocina y desayunó y, al volver para despertarla fue cuando se percató de que no respondía.

En la misma línea se expresó ante los agentes la madre de la acusada, que se encontraba ese día «muy, muy nerviosa», han apuntado. La mujer dijo que su hija había entrado temprano en su habitación y le había dicho que Desirée «había muerto». Fue ella la que llamó al 061 e intentó unas primeras maniobras de reanimación.

Sobre la actitud de la abuela de la víctima ese día, otro de los agentes ha explicado que, tras hablar con ella, trató de llevarla hasta el salón, donde se encontraba la procesada, para «intentar calmarla», pero ella se negó a ir allí y se quedó en otra habitación. «Me pareció extraño. Me pareció extraño la reacción de la acusada y después por esa parte la reacción de su madre al no querer entrar allí», ha zanjado.

La tercera sesión del juicio por el asesinato de la niña Desirée Leal, ocurrido en la madrugada del 2 al 3 de mayo de 2019, ha arrancado este miércoles, de nuevo, en una situación de tensión.

Así, una jornada más, familiares y conocidos de la niña, entre los que se encontraba su padre, se han concentrado a la entrada de la Audiencia Provincial antes del inicio de la sesión para increpar a la acusada a su llegada, entre gritos de «asesina».