El cambio fue evidente desde que se anunció la alineación. Por fin, un Real Zaragoza con dos puntas natos sobre el césped. Sellés tardó en aceptar que Guti no es mediapunta. Su escaso gol y su limitada capacidad para asistir lo hacen más efectivo en la sala de máquinas, junto a un compañero con quien compartir labores de contención y creación. Ante el Huesca, ganaron por 1-0, pero con una versión muy mejorada.
Para esa tarea, el técnico confió en Keidi Bare, en una decisión que sorprendió pero que terminó funcionando. El albanés se repartió tareas, alturas y movimientos con Guti, y el equipo mejoró hasta que el físico empezó a flaquear. Cuando eso ocurrió, Sellés recurrió a Saidu para aportar aire fresco y mantener la intensidad.
El Real Zaragoza se agranda (por fin)
Con la doble punta, el Real Zaragoza ganó presencia en el área rival, dificultó la salida de balón del Huesca y mantuvo una presión alta que le dio ventaja desde el inicio del derbi. El bloque medio, compacto y coordinado, permitió al equipo desarrollarse con eficacia tras pérdida y transformar cada balón recuperado en oportunidad.
La combinación de Soberón y Kodro cargó el área y mejoró las conexiones hacia los costados, donde Valery y Francho aportaban energía, recorrido y ayudas defensivas constantes. La intensidad y la solidaridad se notaron desde el primer minuto y marcaron la diferencia en un partido que el Zaragoza supo encauzar hacia la victoria.

La puesta en escena volvió a ser un punto fuerte. En Granada ya había funcionado, pero esta vez Sellés reaccionó a tiempo ante el cansancio de Keidi y Guti, algo que podría haber complicado el partido. La experiencia también jugó un papel decisivo. En portería, Andrada (34 años) se impuso a Adrián, ganando confianza y liderazgo bajo palos.
La defensa estaba formada por jugadores curtidos, con una media de edad superior a los 30 años, y laterales consolidados como Aguirregabiria y Pomares. Francho, con 24 años, fue el único jugador joven en la alineación inicial, acompañado por Guti, Keidi, Valery, Soberón y Kodro, reforzando la apuesta por la veteranía y la capacidad de repetir esfuerzos.
El Real Zaragoza de Sellés fue competitivo durante todo el partido ante el Huesca
Otro cambio fundamental fue la gestión de la ventaja en el marcador. A diferencia de encuentros anteriores, el equipo no se replegó tras adelantarse. Sellés avisó: "No tenemos argumentos para resistir 90 minutos en un bloque bajo”. Su propuesta fue mantener el bloque medio, presionar en momentos clave y conservar la agresividad en los duelos. El Real Zaragoza fue competitivo durante todo el partido, equilibrando orden defensivo y capacidad de ataque, una señal de que el equipo había aprendido a controlar los partidos sin depender solo del talento individual.
La labor mental fue igualmente importante. El cuerpo técnico, con el psicólogo Jesús Cabrero, trabajó para eliminar resignación, victimismo y dudas. Limpiar las cabezas de los jugadores fue clave para que la reacción no se quedara en un resultado aislado. Esa labor permitió un equipo sólido, comprometido y consciente de su camino hacia la redención.
El público, más conectado que nunca este curso, percibió esa energía y se identificó con el equipo. La entrega de los jugadores se tradujo en intensidad, solidaridad y capacidad de sacrificio. Por primera vez en semanas, el Zaragoza de Sellés se vio vivo y reconocible sobre el campo. Las decisiones de Sellés (tácticas, físicas y mentales) marcaron la diferencia, demostrando que el cambio no es solo de dibujo ni de nombres, sino de actitud y mentalidad. La victoria ante el Huesca no fue un simple resultado: fue la confirmación de que el equipo había encontrado un rumbo y un alma.
- Más información: El Real Zaragoza aún busca un motivo para creer.







