SSi estamos comprometidos en el camino hacia la neutralidad climática, la transición energética exige soluciones que no solo reduzcan las emisiones, sino que también aporten fiabilidad, competitividad y sostenibilidad al sistema. Entre estas alternativas, los gases renovables —principalmente el biometano y el hidrógeno verde— se erigen como un pilar fundamental para avanzar en la descarbonización de hogares, industrias y transporte.
Hablamos de combustibles procedentes de fuentes sostenibles que no generan emisiones netas de carbono. En el caso del biometano, se obtiene a partir de residuos orgánicos (urbanos, agrícolas, ganaderos o de la industria agroalimentaria), mientras que el segundo se produce a partir de electricidad renovable y agua. Se trata de un gas químicamente similar al gas natural, lo que permite su distribución a través de la red existente sin necesidad de costosas adaptaciones. Puede utilizarse en hogares, comercios, industrias e incluso en movilidad, lo que lo convierte en una pieza clave para descarbonizar de forma rápida y asequible sectores muy diversos.
Además de su impacto ambiental positivo, el biometano fomenta la economía circular, ya que aprovecha residuos que de otro modo liberarían metano a la atmósfera. Según la asociación Sedigas, España es el tercer país europeo con mayor potencial de producción de este gas, con 163 TWh anuales, lo que equivaldría al 40 % de la demanda nacional de gas natural. Desarrollar ese potencial supondría evitar la emisión de 8,3 millones de toneladas de metano y reducir en hasta 4.000 millones de euros la factura de importación energética.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima ya ha duplicado el objetivo de producción de gases renovables hasta los 20 TWh anuales en 2030, mientras que el plan europeo RepowerEU establece un horizonte aún más ambicioso de 35 TWh para el mismo año en España.

El debate sobre la calefacción doméstica ha situado recientemente al biometano en el centro de la conversación pública. Tras los rumores de una supuesta prohibición de las calderas de gas, la Comisión Europea aclaró este verano que no contempla una medida de este tipo y que, a partir de 2040, se permitirá su uso siempre que funcionen con gases renovables.
Esta precisión despeja la incertidumbre de millones de hogares que dependen todavía del gas para calentar sus viviendas y confirma que el biometano está llamado a desempeñar un papel clave en la descarbonización del parque residencial. De hecho, todas las calderas actuales de condensación son ya 100 % compatibles con este combustible, lo que significa que los ciudadanos no tendrían que afrontar inversiones adicionales para usar este gas verde.
Los consumidores perciben los gases renovables como una ventaja
Un estudio realizado por Salvetti Llombart para Nedgia, distribuidora de gas del Grupo Naturgy, muestra que el 72 % de los consumidores considera que el gas renovable encaja con sus necesidades energéticas y el 65 % lo percibe como una ventaja frente a otras renovables al tratarse de una fuente continua y no estacional. Los encuestados valoran especialmente que aprovecha recursos locales, contribuye a reducir residuos y permite avanzar hacia la autonomía energética.
Las compañías del sector ya se están moviendo para transformar esta oportunidad en una realidad. Naturgy fue pionera en la inyección de biometano en la red de distribución en España y cuenta hoy con tres plantas en Galicia y Cataluña, a las que se sumarán dos nuevas instalaciones en Valencia y Sevilla. Con ellas alcanzará una producción de 104 GWh anuales. Asimismo, ha sellado alianzas estratégicas con Hispania Silva y Bioeco Energías para impulsar más de una veintena de plantas adicionales antes de 2030, capaces de generar conjuntamente 3 TWh anuales, equivalentes al consumo de 600.000 hogares.
La infraestructura gasista juega un papel decisivo en este proceso. Nedgia dispone de una red de más de 60.000 kilómetros que ya conecta a 5,5 millones de consumidores en 1.150 municipios españoles y actualmente tiene ocho plantas inyectando biometano, habiendo identificado más de 290 proyectos que podrían empezar a suministrar más de 10,7 TWh a la red en un corto plazo.

"El biometano es hoy una alternativa real para avanzar en una transición energética sostenible desde el punto de vista medioambiental, económico y social. Solo con un 30 % del potencial de este gas verde que tenemos en España podríamos descarbonizar todo el parque de viviendas sin que los propietarios tuvieran que realizar ninguna inversión", comenta el consejero delegado de Nedgia, Raúl Suárez.
Los retos, sin embargo, no son menores. España necesita un marco regulatorio más estable y mecanismos de apoyo comparables a los de otros países europeos. Francia es un ejemplo si nos fijamos en que en apenas siete años ha pasado de tener 44 plantas de biometano a más de 700, con una capacidad de inyección de 13.200 GWh, gracias a políticas de impulso claras y sostenidas. En nuestro país, las inversiones necesarias son cuantiosas y requieren de una colaboración público-privada que movilice recursos, genere confianza e incentive la creación de empleo.
España necesita un marco regulatorio más estable y mecanismos de apoyo comparables a los de otros países europeos
El impacto económico y social del biometano es otro argumento a su favor debido a que el despliegue de esta industria podría generar más de 20.000 empleos directos y 40.000 indirectos asociados a la operación y mantenimiento de plantas, a los que habría que sumar otros 35.000 directos y 465.000 indirectos vinculados a la construcción de las instalaciones. Su desarrollo supondría además un impulso decisivo para las zonas rurales, que acogerán muchas de estas infraestructuras, contribuyendo a frenar la despoblación y ofreciendo nuevas oportunidades económicas.
Más allá de las cifras, los gases renovables ofrecen algo que no todas las energías limpias pueden garantizar: flexibilidad y almacenamiento. En un sistema eléctrico cada vez más dependiente de fuentes intermitentes como la solar o la eólica, disponer de una energía almacenable y gestionable como el biometano es una garantía de estabilidad. En paralelo, el hidrógeno verde, todavía en fase de maduración tecnológica, se perfila como el vector energético que transformará sectores de difícil electrificación, reforzando el papel de los gases renovables en el mix energético del futuro.
España tiene ante sí la posibilidad de convertirse en un referente europeo en este ámbito, combinando sostenibilidad ambiental, autonomía energética y generación de riqueza. El biometano y el hidrógeno han pasado de ser una promesa a una realidad que avanza con el compromiso de empresas, instituciones y consumidores de dar forma a una industria sólida que permitirá un entorno más verde y sostenible.