Miguel Ángel Ruiz (31), técnico: "Tu WiFi es un caracol y NO es tu compañía: el pecado capital que cometes en casa y le roba toda la velocidad"

El gesto más común al instalar tu router es, probablemente, el que está arruinando tu conexión por completo. Un experto desvela por qué culpar a tu operadora es un error y dónde está el verdadero ladrón de velocidad.

La desesperación con un WiFi que parece moverse a cámara lenta es una tortura moderna que muchos achacan a su compañía. Pero, ¿y si el problema estuviera en otro sitio? Según Miguel Ángel Ruiz, un técnico de 31 años, la mayoría de usuarios comete un error garrafal en casa que boicotea la señal por completo. Este simple gesto, repetido en miles de hogares, es el verdadero culpable de que tu conexión no vuele como debería.

¿Te suena la frase "tu WiFi es un caracol y no es tu compañía"? Ruiz la repite como un mantra a sus clientes. El diagnóstico es claro, y es que el lugar donde colocas el router determina si tendrás una conexión de alta velocidad o una pesadilla diaria. Esconder el aparato para que no rompa la estética del salón es, según él, el pecado capital que le roba toda la velocidad a tu red inalámbrica.

¿EL ENEMIGO DUERME EN TU SALÓN?

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Piénsalo un segundo: ¿dónde está tu router ahora mismo? Lo más seguro es que lo instalaras junto al decodificador de la televisión. Pues bien, acabas de encontrar al primer saboteador de tu WiFi, y es que los grandes aparatos electrónicos como las Smart TV generan interferencias que debilitan enormemente la señal del router. Es una batalla de ondas en la que tu conexión a internet siempre lleva las de perder, convirtiendo una tarde de series en un suplicio.

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Pero la televisión no es la única culpable en esta historia de terror tecnológico. Desde el microondas hasta los teléfonos inalámbricos o incluso los altavoces Bluetooth, tu casa está llena de "vampiros" de señal. Por eso, alejar el router de cualquier otro dispositivo electrónico es la primera regla de oro para mejorar la velocidad de conexión. No se trata de desterrarlos, sino de dar a tu red doméstica el espacio vital que necesita para respirar y funcionar a pleno rendimiento.

EL SÍNDROME DEL ROUTER ESCONDIDO: ESTÉTICA MATA VELOCIDAD

A nadie le gusta tener un aparato con luces parpadeantes en mitad del salón, es una realidad. La tentación de esconderlo en un mueble, detrás de una cortina o en una estantería llena de libros es fuerte. Sin embargo, ese gesto que busca la armonía visual está destrozando tu WiFi, y es que las barreras físicas como la madera o el cristal de un armario actúan como un muro que frena la señal inalámbrica. Es como intentar gritar a través de una pared.

El resultado es predecible: una cobertura pésima en cuanto te alejas un par de metros de la habitación principal. De repente, el dormitorio se convierte en una zona muerta digital. La solución, aunque antiestética, es radicalmente efectiva: colocar el router en un lugar abierto, elevado y lo más céntrico posible de la vivienda garantiza una distribución de la señal mucho más homogénea. Tu WiFi necesita ser el rey de la casa, no un prisionero en un cajón.

LAS PAREDES TIENEN OÍDOS (Y BLOQUEAN TU WIFI)

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No todas las paredes son iguales, y tu WiFi lo sabe mejor que nadie. Mientras que un tabique de pladur apenas le afecta, los muros de carga, el hormigón o los azulejos del baño son sus archienemigos. Por esta razón, la estructura de tu propia casa puede ser la causa principal de que internet en casa funcione de forma irregular. Antes de llamar a la operadora, haz un mapa mental de los materiales que separan el router de tus dispositivos.

Aquí es donde la estrategia se vuelve crucial. Si vives en una casa de varias plantas, colocar el router en un extremo de la planta baja es un suicidio digital. El objetivo es minimizar el número de obstáculos, especialmente los más densos. En definitiva, la ubicación ideal es un punto central que permita a las ondas expandirse con la menor resistencia posible. A veces, mover el aparato solo un metro puede marcar la diferencia entre tener la fibra de casa a tope o no.

LA ANTENA NO ES UN ADORNO: EL PEQUEÑO GRAN OLVIDADO

Muchos routers modernos parecen naves espaciales con varias antenas, y no, no están ahí por una cuestión de diseño. A menudo las ignoramos o las colocamos de cualquier manera. Sin embargo, su orientación es fundamental para optimizar la señal de tu WiFi, ya que apuntar las antenas en diferentes direcciones (unas en vertical y otras en horizontal) crea un campo de señal más amplio y robusto. Este truco tan sencillo puede mejorar drásticamente la conexión inalámbrica en dispositivos situados a diferentes alturas.

La lógica es aplastante: los dispositivos reciben la señal de manera más eficiente cuando su antena interna y la del router están en el mismo plano. Como no sabes cómo está orientada la antena de tu móvil, diversificar es la mejor apuesta. Así que la próxima vez que notes tu WiFi perezoso, levántate y dedica un minuto a experimentar con la posición de las antenas para maximizar la cobertura de la red. Es una de esas soluciones gratuitas que casi nadie aplica.

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¿Y SI DESPUÉS DE TODO ESTO, SIGUE SIENDO UN CARACOL?

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Has movido el router, orientado las antenas y declarado la guerra a los obstáculos, pero tu WiFi sigue sin despegar. ¿Qué más puede ser? A veces el problema no es físico, sino digital: la saturación de canales. En un edificio de vecinos, es como si todos quisieran hablar a la vez en la misma habitación, y por ello acceder a la configuración del router para seleccionar un canal menos congestionado puede revitalizar por completo la señal de internet. Es un ajuste técnico, pero muchos tutoriales lo explican de forma sencilla.

En última instancia, la velocidad de nuestra conexión depende de una cadena de factores donde la ubicación es el eslabón más débil. La próxima vez que la desesperación te invada, recuerda las palabras de Miguel Ángel. Quizá la solución no esté en una llamada a tu compañía, y es que el simple hecho de entender que tu WiFi necesita un espacio adecuado es el primer paso para solucionar el 90 % de los problemas de lentitud. Puede que solo necesite un cambio de aires para dejar de ser un caracol.

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