La tensión en Girona ha alcanzado su punto más alto. Míchel Sánchez, entrenador del equipo, lanzó una advertencia que retumbó en todo el vestuario.
«Si algún jugador no se ve preparado que lo diga y estará fuera del equipo», dijo sin rodeos, dejando claro que el margen de tolerancia se agotó. Ya no hay espacio para medias tintas ni margen para lo políticamente correcto.
El técnico ha apostado por una sacudida emocional, consciente de que las fórmulas tácticas ya no alcanzan. Girona está en caída libre, y la reacción debe ser inmediata. Míchel apela a lo único que le queda: el carácter y la dignidad de sus jugadores.
6Un equipo debilitado por las bajas

A los malos resultados se le suma otro problema, las lesiones. La enfermería no da tregua y complica aún más los planes de Míchel.
Bryan Gil está descartado hasta el final de la temporada. Misehouy y Van de Beek también están fuera por problemas musculares, y este último incluso podría pasar por el quirófano. La lista de bajas es extensa y afecta directamente al rendimiento colectivo.
La posible recuperación de Abel Ruiz es una buena noticia, pero no alcanza para cubrir todos los huecos abiertos. El plantel está exigido física y mentalmente.