Después de días, semanas, meses, o incluso años de trabajo duro y sin pausa, somos merecedores de pequeños premios. Esos premios, nos permiten relajarnos y olvidarnos por un momento de todos los problemas que han llegado a nuestra vida. En este caso, unas manos mágicas nos pueden llevar del infierno al cielo, permitiéndonos desatar todos los nudos que tensan nuestra vida. Las manos de los masajistas, deberían ser sagradas, pues con su tacto y movimiento, no solo relajan todo nuestro cuerpo, también nos permite entrar en un espacio de confianza.
¡Pausa! ¿Qué tanta confianza puedes tener con tu masajista? Te aseguramos que, con los masajistas, la confianza es necesaria, pero un exceso de ella puede ser perjudicial. Entre sus servicios, es inevitable el contacto físico, lo que a veces puede ser un problema. Algunos clientes que acuden a los masajistas; gracias a ese contacto, se sienten en mucha confianza, no logran controlar sus instintos y causan problemas o situaciones incómodas, que a ninguno de los trabajadores les agrada.
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1Los masajistas son profesionales sanitarios, nada más

Lo que es más difícil, pero importante de cambiar, es la opinión de las personas. Todas las personas deben estar conscientes de que los masajistas son profesionales sanitarios. Ellos no cumplen otra función más que permitir la relajación del cuerpo y de la mente, mediante el frotamiento de diferentes zonas del cuerpo.
Aunque muchos estén conscientes de esto, aún quedan personas que no logran comprender este hecho. Piensan que ir a un masajista, implica la erradicación de todas sus frustraciones y el cumplimiento de todos los deseos. Una fisioterapeuta, cansada de clientes que “esperaban más”, comentó que estaba obstinada de que la frase “final feliz”, la asociaran siempre con su trabajo.
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