Por qué la meditación te va a hacer un narcisista y egocéntrico

En los últimos años la meditación se ha desprendido en buena medida del aire místico y religioso que solía tener. Ahora es más habitual que reciba el nombre de mindfulness, o simplemente ejercicios y técnicas de meditación, relajación y respiración. Ya es muy común escuchar a psicólogos y profesionales sanitarios recomendar la meditación como una forma de paliar dolencias mentales como la ansiedad, la depresión o el estrés. También han quedado ampliamente probados sus beneficios para conseguir un estado de salud más equilibrado, por aquello del “mens sana in corpore sano”. 

Existen evidencias científicas de peso que aseguran que es eficaz para eliminar el estrés y la ansiedad. Tal vez el más concluyente de estos estudios sea el titulado “The effect of mindfulness meditation training on biological acute stress responses in generalized anxiety disorder”, publicado por un grupo de psicólogos, psiquiatras y neurólogos en la revista Psychiatry Research. Según los datos recogidos por los investigadores, el mejor remedio contra la ansiedad se consigue con varias semanas de meditación intensiva. Pero, todo hay que decirlo, es necesario no fliparse, pues investigaciones recientes apuntan a que las personas que practican meditación tienden a ser un pelín más narcisistas que la media y a creerse espiritualmente superiores.

La paradoja de la meditación

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Un grupo de investigadores holandeses han concluido que todas estas técnicas y métodos hacer más grande nuestro ego. A esta conclusión han llegado pasando una serie de cuestionarios a cerca de 4000 personas. Un exhaustivo análisis de las respuestas les ha llevado a encontrar un claro vínculo entre practicar este tipo de entrenamiento espiritual, como la meditación, y los sentimientos de superioridad.  Además, aquellas personas que practican los ejercicios y terapias más extraños y minoritarios, como la lectura del aura, resultaron ser las más arrogantes. 

Las conclusiones son, como poco, llamativas. Y es que estas actividades de entrenamiento espiritual, como lo son el mindfulness, la meditación, la autocuración o la lectura de auras, se supone que sirven para distanciar al individuo de su ego y hacerlo más desprendido y humilde. Pues resulta que lo que ocurre es todo lo contrario, que los que practican estas disciplinas tienden a mirar a los demás por encima del hombro. Tal y como afirman los investigadores holandeses que hicieron el estudio, estas disciplinas hacen a las personas sentirse “más exitosas, más respetadas y queridas”.