jueves, 2 mayo 2024 6:04

Antes que Nadal: los tenistas más jóvenes en alcanzar el Top 10

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En la actualidad los tenistas jóvenes están ganando cada vez más renombre por actuaciones impresionantes como las que brindan prodigios tales como Félix Auger-Aliassime o Jannik Sinner. Sin embargo, con 20 y 19 años respectivamente están algo lejos de los increíbles récords de precocidad que se veían en el pasado, cuando algunos deslumbraban y hasta se lograban colar entre los 10 mejores del ránking ATP sin haber cumplido aún la mayoría de edad. Uno de los más precoces fue un Rafael Nadal que justo ahora está en el segundo lugar del ránking y además se ha convertido en uno de los mejores de la historia.

Realmente la ATP está haciendo un gran esfuerzo para resaltar a sus tenistas más jóvenes, pero la calidad actual del deporte, lo mucho que ha avanzado la forma de mantenerse en la élite de los jugadores y el gran talento de las figuras más importantes de todos los tiempos, pues ha evitado que muchos jóvenes destaquen desde temprano. Esos años han quedo muy atrás, aunque en el recuerdo siempre estarán esos que se metieron en el Top-10 tan rápidamente que muchos ni los veían venir. Algunos tuvieron grandes carreras y otros solo se quedaron como grandes promesas; pero quedarán en lso registros como esos talentos precoces del tenis que ahora ya no se ven.

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Boris Becker rompió algunos récords

Al hablar de los mejores de la historia no se puede olvidar a Boris Becker, que además pudo exhibir su talento desde muy joven, al igual que Nadal, tanto que se metió en el Top-10 de la ATP con apenas 17 años y siete meses. El alemán consiguió este hito al romper otro récord impresionante: convertirse en el tenista más joven en conquistar Wimbledon, justo con esos 17 años y siete meses, en 1985. En los años siguientes Becker fue uno de los más dominantes del circuito al punto de que cuando acabó su carrera, tras 15 años (1984-1999), llegó a ser número uno y pudo conquistar 49 trofeos de la ATP, entre los que se puede incluir seis Grand Slam. Todo un prodigio que confirmó todas las expectativas que se tenían en él.