Día Mundial del lavado de manos: ¡vamos a lavarnos las manos!

Hay días mundiales para todos. ¡Hasta existe el día Mundial del lavado de manos! Y es precisamente hoy mismo, 15 de octubre. Esa fue la fecha elegida en 2008 por la Organización Mundial de la Salud para concienciar sobre la importancia de adquirir y practicar este hábito. A la vista de lo que ha pasado los últimos meses, con la pandemia del coronavirus, podría decirse estamos ante el Día Mundial del lavado de manos más importante hasta la fecha.

Y es que nunca como durante la pandemia hemos sido tan conscientes de lo crucial que es la higiene de manos para evitar enfermedades. Según llevan años repitiendo desde la OMS, “este día está dedicado a incrementar el conocimiento de esta práctica efectiva y económica que puede prevenir enfermedades y salvar vidas. Para lograr estos beneficios, hay que lavarse las manos en momentos claves”.

¿Por qué es tan importante lavarse las manos?

Parece una tontería, un simple trámite higiénico, pero en realidad es algo mucho más trascendente de lo que nos pensamos. Lavarse las manos es una de las medidas más baratas y eficaces para prevenir la transmisión de enfermedades. Las manos son nuestra principal “herramienta de trabajo”. Con ellas tocamos todo tipo de superficies y objetos, tocamos a otras personas y animales, cocinamos y comemos…

Como habrás imaginado, esto no hace sino facilitar la transmisión de microbios, gérmenes y virus. Al lavarnos las manos con jabón y agua limpia, contribuimos a cortar esa cadena de difusión de las enfermedades. Los datos hablan por sí mismo, y diversas investigaciones a lo largo y ancho del mundo han demostrado la eficacia de un gesto tan sencillo como este.

Por ejemplo, se calcula que una localidad en la que se lavan las manos diariamente se reduce la cantidad de personas con diarrea entre un 23 y un 40%. También reduce las enfermedades respiratorias causadas por resfriados entre un 16 y un 21%, y hace que el absentismo escolar causado por enfermedades gastrointestinales caiga entre un 29 y un 57%.

Hay además otro motivo menos evidente para lavarse las manos y, por tanto, prevenir enfermedades. La secuencia es lógica: si nos lavamos la mano no enfermamos, si no enfermamos no tomamos antibióticos y, por tanto, le ponemos freno a la peligrosa resistencia a los antibióticos que estamos desarrollando. Sin lavado de manos, las enfermedades respiratorias leves y las gastrointestinales se solucionan con antibióticos. Este abuso de los mismos genera en nuestro organismo resistencia a ellos, lo que reduice su efectividad y nos vuelve más indefensos contra los virus. 

La problema de la pobreza

Lavarse las manos es una garantía para buena parte de la población del planeta. No obstante, en los países del Tercer Mundo, donde el acceso al agua limpia y potable no está garantizado, la cosa no es tan sencillo.

Según datos de organismos internacionales, hay millones de niños en todo el mundo que no tienen  la posibilidad de lavarse las manos en condiciones. Alrededor de 1.8 millones de niños menores de 5 años mueren cada año de enfermedades diarreicas y neumonía, que se podrían prevenir muy fácilmente con agua limpia y jabón para tener una higiene adecuada. Este es uno de los compromisos en los que, según aseguran, están trabajando estas entidades.

¿Cómo hay que lavarse las manos?

Ciertamente, no tiene mucha ciencia lavarse las manos, pero sí que hay una serie de pasos que conviene seguir para hacerlo de tal forma que sea garantía de higiene. La OMS publicó hace unos meses una guía de once pasos para tener unas “manos seguras”.

Primero debemos mojarnos las manos para, acto seguido, echarnos suficiente jabón en la palma de una de ellas. Luego nos frotamos las palmas de las manos así como el dorso de las mismas: la de la izquierda con la derecha y viceversa.

También hay que frotar los espacios entre los dedos, el dorso de los dedos y los nudillos. Hay que dedicarle también unos segundos a ambos pulgares, que debemos frotarlos a fondo, y hacer tres cuartos de lo mismo con las puntas de los dedos.

Por último, nos enjuagamos las manos con agua y quitamos todo el jabón. Nos secamos con una toalla desechable y ya tendremos, según la OMS, “unas manos seguras”.