Son demasiados problemas simultáneos para los ganaderos de España. El sector apenas está respirando tras la sequía que marcó a la primavera y al verano y ahora deben lidiar con la nueva plaga del mosquito culicoide, causante de la Enfermedad hemorrágica epizoótica. Pero además ocurre en un momento en que los datos apuntan a que nadie quiere ser ganadero. Los números del último informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación muestran que hay entre 31% y 40% menos trabajadores en el sector de los que había en 2018.
El problema, como en sectores como la hostelería y el turismo, es que los jóvenes no quieren volver a estos puestos de trabajo. Desde entonces la situación marcada por sobrecostes y bajos precios de venta, en comparación al costo inicial, ha ido expulsando personas y emprendedores del sector. Ambos son problemas que empeoran con la epidemia causada por el mosquito culicoide, que afecta sobre todo a los animales de reproducción y que se traducirá en que deban gastar más dinero, y aunque la propia inflación apunta a una subida de precios tampoco sería raro que esto hiciera que la situación fuese peor.
Es una situación complicada de enfrentar. Sobre todo porque la solución no pasa solo por el sector, sino que requiere de otros, incluido al Gobierno, para solucionar esta crisis. Ya con el mosquito saben que tienen que lidiar al menos hasta que los animales afectados generen la inmunidad necesaria, pero los problemas de sequía y la recuperación del número total de ganaderos no los resolverá el tiempo por sí solo. Incluso enfrentar ese problema necesita la ayuda económica de las comunidades autónomas, pues de lo contrario puede ser demasiado duro para la industria, o llegar al bolsillo del consumidor.
Además, todo esto ocurre en un momento en que no sonó un tipo de industria especialmente popular. El tema de la agencia 2030 y de los comentarios sobre la necesidad de comer menos carne para disminuir las emisiones de gases carbónicos. Por tanto, las decisiones sobre el tema pueden ser lentas, pues no necesariamente son populares para los votantes españoles.
UNA AYUDA QUE TARDA DEMASIADO EN LLEGAR
Mientras tanto, para los ganaderos sigue siendo clave el apoyo de las comunidades autónomas. Es una petición que se repite desde organizaciones como La Real Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto (RFEAGAS) o la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). De hecho en el caso de COAG hace unas semanas agradecían especialmente al gobierno de Cantabria por haber reaccionado de forma rápida. Sin embargo, en otras sigue siendo un problema secundario, o al menos al que no se le ha dado prioridad en época electoral.
Esto quizás se deba también a lo impredecible que ha sido la situación específica con el mosquito culicoide. Si bien había precedentes con la plaga al sur de Europa con casos como Sicilia y Grecia sirviendo a los ganaderos españoles como hoja de guía igual llegó de sorpresa y la falta de trabajadores hace que sea más complicado hacer el seguimiento de los animales enfermos en los cotos de crianza.
UN COSTO QUE AÚN DESCONOCEN LOS GANADEROS
Los ganaderos siguen sin saber el costo exacto que va a tener esta plaga. De momento parece necesario esperar a que pase lo peor de la crisis para calcular, pero sigue subrayando el abandono al que se ha visto sometido el sector en los últimos años. Es un problema que sigue creciendo a medida que pasan los días y los meses, y en el que las soluciones pasan por cada comunidad autónoma, y cada una tiene un criterio diferente. Por tanto, es difícil saber si alguna podrá reducir el impacto al menos un poco. Así que para medir el impacto habrá que seguir de cerca a cada comunidad autónoma, para saber cómo afrontan el reto.
Parte del problema es la diferencia en la incidencia según cada explotación. Según explican fuentes del sector hay algunas donde apenas hay síntomas y otras donde la sintomatología supera el 80% y la mortalidad el 8%. Son números terroríficos, pero no lo suficientemente regulares para tomar una sola medida que pueda ayudar a todos los afectados.
De todos modos será interesante ver qué pasa con el sector una vez superada la crisis del mosquito. Es que aunque se pase la página de la plaga seguirá teniendo que lidiar con las cada vez más largas sequías y con la falta de relevo que pueden condenar al sector de forma permanente. La circunstancia es crítica para una parte de la industria de la que sigue dependiendo buena parte de la población, tanto para empleo como para alimentos.