Xabi Alonso, el escudo de cristal de un Real Madrid que se niega a fichar un motor

El técnico tolosarra vuelve a salir tocado tras un partido mediocre ante el Talavera, donde toda la responsabilidad parece recaer en sus hombros. Sin embargo, tras el susto copero se esconde una realidad que la zona noble del Bernabéu prefiere ignorar: una plantilla descompensada y un centro del campo sin brújula.

La situación de Xabi Alonso en el Real Madrid ha entrado en una fase de examen permanente. Cada noventa minutos no son una oportunidad de mejora, sino un juicio sumarísimo al tolosarra que, de manera habitual, gane o pierda el equipo, acaba con una lluvia de críticas hacia su figura.

Existe una realidad que es evidente y complicada de tapar bajo el brillo de las estrellas: el juego ha involucionado, el estilo es irreconocible y parece que solo el instinto depredador de Kylian Mbappé logra evitar el naufragio semana tras semana. Sin embargo, culpar exclusivamente al banquillo es un análisis reduccionista que oculta problemas mucho más graves y profundos que la pizarra.

Mucho banquillo y poco fútbol: Por qué culpar a Xabi Alonso es solo la punta del iceberg

La primera gran verdad es que los dieciseisavos de la Copa del Rey son, históricamente, la mayor trampa de la temporada. Es un escenario donde el grande tiene todo por perder y el modesto nada que temer. Si el Madrid hubiera caído ante el Talavera, Xabi Alonso tendría hoy los dos pies fuera del club. Al lograr el pase (2-3), ha ganado tiempo, pero no crédito. El equipo dominó durante 80 minutos, pero terminó pidiendo la hora porque volvió a quebrarse por la misma zona de siempre: el medio del campo.

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Lo ocurrido en la segunda mitad del encuentro es digno de estudio. Con un 0-2 en el marcador, Alonso decidió dar descanso a los menos habituales -como un Arda Güler que estaba dando equilibrio y un Endrick voluntarioso en la presión- para dar entrada a tres "titularísimos": Aurélien Tchouaméni, Jude Bellingham y Rodrygo.

Xabi Alonso sufre su primera gran herida al frente del Real Madrid Fuente: Shutterstock
Xabi Alonso no deja de sufrir en el Real Madrid Fuente: Shutterstock

Lo lógico habría sido esperar un cierre de partido plácido y profesional. Sucedió todo lo contrario. El equipo se deshizo. El ataque dejó de apretar, la medular se volvió laxa y una pérdida absurda de Bellingham en zona de seguridad volvió a meter al Talavera en el partido. Si los cambios hubieran sido a la inversa, se habría masacrado a Alonso por "tirar de suplentes"; al ser los titulares quienes fallaron, la crítica vuelve extrañamente al técnico.

El Real Madrid sufre una sangría constante en la enfermería y, tras un tercio de curso, la plantilla está bajo mínimos

Falta de compromiso, una herida que la táctica de Xabi Alonso no puede cerrar

Esto nos lleva al corazón del problema: Xabi Alonso es el blanco fácil. Es el escudo de cristal que protege a una cúpula que no ha querido ver las carencias del motor del equipo. Hay actitudes indolentes en jugadores de talla internacional que ningún esquema táctico puede corregir por sí solo.

Pero el pecado original reside en la planificación. El Real Madrid sufre una sangría constante en la enfermería y, tras un tercio de curso, la plantilla está bajo mínimos. Y en ese contexto de escasez, surge la carencia principal: no hay nadie que sea el motor del juego.

Si buscamos centrocampistas de los "de antes", de los que marcan el ritmo y organizan el tráfico, el único nombre real en la plantilla es Dani Ceballos. Pero con Ceballos no basta para gobernar Europa. Zidane lo avisó, Ancelotti lo sufrió y Xabi Alonso lo está viviendo en sus carnes: se pidió un refuerzo de garantías para la zona de creación y la respuesta del club fue "tirar con lo que hay".

Se pidió un refuerzo para el centro del campo, pero "hay que tirar con lo que hay"

Se ha intentado reconvertir a Bellingham y a Güler en organizadores, pero no está funcionando. El inglés es un llegador, no un arquitecto; el turco tiene la técnica de Modric, pero le falta el oficio y el físico que solo dan los años y los minutos que el Madrid no suele conceder.

La pregunta que la afición empieza a hacerse es clara: ¿Por qué no se fichó a ese futbolista tan necesario? Jugadores como Tijjani Reijnders o Martín Zubimendi estaban en el mercado, disponibles por una fracción de lo que costaron otras estrellas. Sin embargo, la cúpula blanca prefirió seguir apostando por la acumulación de talento ofensivo antes que por equilibrar la sala de máquinas. Es una apuesta arriesgada que ahora está pasando factura.

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Señalamos a Xabi Alonso porque es lo más sencillo, pero el problema es estructural. Un equipo de fútbol es como un coche de alta gama: puedes tener la mejor carrocería y los neumáticos más caros, pero si el motor no carbura, nunca ganarás la carrera. Alonso está intentando conducir este bólido sin bujías, y mientras el dedo acusador siga apuntando únicamente al banquillo, el Real Madrid seguirá siendo un gigante con pies de barro, dependiendo de que Mbappé se ponga el traje de superhéroe para evitar que el escudo de cristal termine de romperse.

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