El Barça sigue teniendo su punto débil en Europa

El Barça no parece encontrar la tecla cuando sale de su estadio. Bajo la dirección de Hansi Flick, los números hablan por sí solos: 24 goles encajados en 10 partidos como visitante en Europa. Esa estadística no es anecdótica: más bien dibuja un problema estructural cada vez más grave.

Desde su llegada, Flick no ha logrado que el Barça reduzca su vulnerabilidad lejos del Camp Nou. En sus salidas europeas recientes -a ciudades como Mónaco, Dortmund, Lisboa o Londres- el equipo ha sufrido tanto en defensiva como en reacciones ante la presión rival.

Al Barça se le atragantan los partidos fuera de casa en Europa

La mayoría de esos partidos han terminado con varios goles en contra, con muy pocas ocasiones donde el club haya logrado dejar su portería a cero. Esa fragilidad no se limita al gran escenario europeo. En LaLiga también hay signos de debilidad. En esta temporada, el equipo ha encajado más goles de visitante que en campañas recientes, y los desajustes defensivos empiezan a notarse con frecuencia.

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No parece un problema puntual, sino una suma de fallos tácticos, de estructura y de recursos. Uno de los factores más mencionados es la dificultad para controlar el juego sin balón: el Barça tiene problemas para frenar las transiciones rivales, defender espacios a la espalda de la línea defensiva y gestionar los momentos de presión.

La estrategia defensiva de línea adelantada -tan habitual con Flick- dejó de tener el efecto sorpresa. Los rivales ya conocen sus debilidades, las explotan, y cada pérdida de balón puede derivar en un gol en contra. Además, la rotación en portería y la falta de consistencia defensiva no ayudan: la irregularidad atrás mina cualquier intento de estabilidad.

La asignatura pendiente del Barça lejos de casa Fuente: FC Barcelona
La asignatura pendiente del Barça lejos de casa Fuente: FC Barcelona

Los datos lo dicen todo. En salidas a ciudades como Mónaco, Belgrado, Dortmund o Lisboa, el Barça no ha sabido cerrar su área, y prácticamente ha concedido goles en casi todas esas visitas. En esos viajes, los rivales aprovechan las fisuras defensivas, las transiciones rápidas y las pérdidas de balón para lastimar a un bloque que, lejos de casa, parece desdibujado. Esa vulnerabilidad defensiva se convierte en un lastre difícil de sostener cuando el nivel de exigencia sube.

Preocupan más las dudas que los goles en contra

Lo más llamativo no es sólo la frecuencia de los goles en contra, sino la remontada de dudas que genera. Aunque el Barça sigue siendo un equipo con enorme capacidad ofensiva -una máquina de hacer goles bajo Flick-, ese bagaje anotador ya no basta para compensar los errores atrás. Cuando la defensa falla una y otra vez, incluso un ataque eficaz queda desdibujado, y el precio de cada fallo se paga caro.

Y ese desequilibrio no pasa inadvertido. En Barcelona no hay euforia: hay preocupación. Lo que era aparentemente un problema puntual se ha convertido en un patrón repetido. El estilo del entrenador, con línea defensiva adelantada y presión alta, exigente en sincronización y disciplina, demuestra hoy su talón de Aquiles cuando falta algún engranaje esencial. Ausencias, desconexiones, falta de liderazgo en la zaga: todo pesa más lejos del Camp Nou.

La falta de regularidad clama a los de Hansi Flick

Sin embargo, no todo es negro. El Barça todavía ha cosechado partidos sin conceder goles, lo que muestra que la defensa puede funcionar cuando las piezas encajan. Pero esas ocasionales dosis de solidez no han logrado franquear la línea de la constancia. Y en Europa, donde cada error es una puerta abierta al castigo, la falta de regularidad defensiva clama por una solución urgente.

El problema de fondo parece encontrarse en la incapacidad del equipo para adaptarse cuando no domina el balón. Las pérdidas, la transición del rival, la velocidad en contraataque: esos momentos críticos son aprovechados sistemáticamente por quienes se enfrentan al Barça fuera de casa. No basta con atacar bien; hace falta proteger bien. Y ahí es donde hoy se le exige mucho más al equipo de Flick.

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Para que el Barça recupere su credibilidad europea debe reconciliar su poder ofensivo con una solidez defensiva, sobre todo lejos del Camp Nou. Debe estructurar la defensa con disciplina, mejorar la concentración colectiva, reforzar la organización sin balón y recuperar la consistencia. Sólo así podrá transformar su talento ofensivo en competitividad real en el contexto europeo.

El reto no es menor: corregir lo que hoy parece una asignatura pendiente. Pero si el Barça logra adaptarse, rehacerse desde atrás y responder con equilibrio, tiene aún los recursos para aspirar. Si no, sus viajes seguirán siendo una cuenta pendiente de la que dependa demasiado su suerte.

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