Sellés despierta al Real Zaragoza

Ya no es el mismo. La carne blanda, la moral frágil y el espíritu rendido de hace un mes han desaparecido. El Real Zaragoza de Rubén Sellés que pisó La Romareda en el último aliento de la agonía ha dado paso a un grupo sólido, blindado y, sobre todo, valiente. La temeridad se ha desterrado del césped y la confianza ha regresado con la furia de un tren.

La transformación es un hecho indiscutible y ha devuelto la vida no solo al escudo, sino al latido de su gente. Pero para que esta resurrección se consumara, hizo falta un momento de quiebra total, una cumbre de alto voltaje celebrada a la vista de todos, en la intimidad desnuda de la Ciudad Deportiva.

El golpe que lo cambió todo para el Real Zaragoza

En Ipurúa, contra el Eibar, el equipo comandado por Rubén Sellés sacó orgullo y sacó adelante el partido. A pesar de quedarse en inferioridad numérica desde muy pronto por una expulsión, logró remontar y llevarse un triunfo inesperado.

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Fue una demostración de carácter. Un penalti transformado, una intervención decisiva del portero y un remate que se coló al filo del final permitieron al Zaragoza obrar lo que parecía improbable. Esa victoria no significó solo tres puntos vitales, sino que devolvió confianza a los jugadores y renovó la ilusión en la grada.

Así resurgió el Real Zaragoza: los cambios de Sellés que devolvieron vida al equipo Fuente: LaLiga
Fuente: LaLiga

El mejor ejemplo de este cambió sucedió en Granada. El Real Zaragoza sucumbió en una derrota que era la sexta seguida y la tercera consecutiva bajo el mando de Rubén Sellés. Lo peor no fue el marcador (3-1), sino la forma. Se habían adelantado pronto, pero el gol, lejos de actuar como salvavidas, desató el pánico.

Un triunfo que devolvió la fe

De vuelta a casa, con las sombras de la destitución cerniéndose sobre él, Sellés ejecutó una maniobra desesperada. Reunió a la plantilla en el campo de entrenamiento de la Ciudad Deportiva y, ante la mirada de todos, dirigió a sus futbolistas un discurso disfrazado de conjura, unas palabras que hoy, meses después, adquieren un alto valor.

El cuerpo técnico guardó un silencio atronador. Los jugadores aguantaron la mirada de su entrenador. El derbi ante el Huesca iba a marcar el destino del equipo y, a buen seguro, del propio Sellés, quien, con la voz firme, exigió desterrar el luto y aferrarse a la vida con uñas y dientes.

La 'conjura del velatorio' de Sellés impulsó al Real Zaragoza

Aquella 'conjura del velatorio' surtió el primer efecto inmediato: el Zaragoza dio el paso exigido y se impuso con justicia al Huesca.

Sin embargo, el gran punto de inflexión, el cambio de piel definitivo, no llegó hasta el pasado sábado. Fue el día en que el equipo demostró ser otro: capaz de sobreponerse a un sinfín de desgracias arbitrales y de remontar, con solo diez jugadores sobre el césped, en Eibar para llevarse un triunfo sencillamente épico. Y así fue.

Aquel intento de sacudida emocional impulsado por el entrenador prendió de verdad dentro del vestuario. Tanto, que apenas unas horas después fue el propio capitán quien tomó el relevo para lanzar un mensaje firme, pese al ambiente gris y al pesimismo que rodeaba al equipo. Francho, con el peso de los galones bien puesto, miró a la afición y habló directo al corazón.

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“Soy el primero que cree en esto, el capitán de este barco, y estoy convencido de que vamos a sacarlo adelante. Sabemos que en muchos momentos no hemos estado a la altura de lo que exige esta camiseta, ni hemos representado como debíamos lo que significa el Real Zaragoza", reconoció el canterano en una comparecencia que no buscaba excusas, sino reafirmar que aquella conjura nacida tras la derrota era real. Y vaya si lo era.

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