En el motociclismo español sopla aire fresco. Durante años, el Mundial se sostuvo sobre nombres como Marc Márquez o Jorge Lorenzo, pero una nueva camada de pilotos está empujando fuerte desde abajo. Pedro Acosta, Fermín Aldeguer, Joan Mir y Raúl Márquez representan ese relevo que ya no es promesa, es presente.
Después de Márquez, nada es igual: Acosta y Aldeguer toman el mando
Acosta, con la KTM, se ha ganado el respeto del paddock de MotoGP con una mezcla de talento, valentía y madurez impropia de su edad. Desde que irrumpió en Moto3, dejó claro que no era un piloto más. En MotoGP, ya no sorprende.
Compite de tú a tú con los mejores y lo hace con una seguridad que recuerda a los grandes campeones. Su crecimiento ha sido meteórico y su forma de pilotar, agresiva pero limpia, lo ha convertido en una figura de referencia dentro y fuera del box. Incluso para el mismo Marc Márquez, con quien tuvo que medirse en varias carreras a lo largo de este 2025.
A su lado, Fermín Aldeguer, con la Gresini, emerge como la gran revelación de la temporada. El murciano ha pasado de ser una promesa de Moto2 a convertirse en un nombre fijo en todas las conversaciones sobre el futuro de la categoría reina. Su estilo es más sereno que el de Acosta, pero igual de efectivo. En los últimos meses ha demostrado que no solo tiene velocidad, sino también cabeza para gestionar carreras y rivales con experiencia.

Joan Mir y Raúl Márquez, rápidos y ambiciosos
Joan Mir (Honda) por su parte, busca recuperar la mejor versión que lo llevó a ser campeón del mundo en 2020. Le ha tocado convivir con lesiones, cambios de equipo y un momento nada fácil, sobre todo por el difícil reencuentro que vive Honda tras la salida de Marc Márquez. Pero su talento sigue ahí. Mir mantiene ese punto de orgullo competitivo que caracteriza a los campeones y, aunque su momento no sea el mejor, su presencia sigue marcando el camino para los más jóvenes.
Y en ese grupo asoma también Raúl Márquez (Aprilia, Trackhouse Racing) el más joven de todos, pero con un futuro que entusiasma a quienes siguen el Mundial desde dentro. Es rápido, ambicioso y tiene ese descaro que solo se ve en los pilotos que saben que están llamados a algo grande. Su evolución recuerda a la de Acosta en sus primeros pasos, pues no tiene miedo, y va aprendiendo a cada curva y con la mirada puesta en MotoGP.

Lo que une a esta generación no es solo el talento, sino una mentalidad diferente. Han crecido viendo ganar a españoles cada domingo y no entienden el motociclismo sin esa ambición de pelear por todo. No les pesa la herencia de Márquez o Lorenzo; la asumen con naturalidad, como parte del camino que ahora les toca seguir.
España vuelve a tener cantera, y de la buena. En los circuitos, los aficionados ya corean nuevos nombres y las fábricas miran hacia ellos con atención. Acosta y Aldeguer ya son la punta de lanza de un futuro que parece asegurado.
Puede que aún quede camino por recorrer, pero el relevo está en marcha. El motociclismo español vuelve a tener razones para ilusionarse. Lo que viene después de Márquez no es un vacío, sino una generación dispuesta a escribir su propia historia. Y lo están haciendo con talento, humildad y hambre de gloria.






