Hay torneos que se ganan con millones y hay torneos que se ganan con corazón. La Copa del Rey siempre ha pertenecido al segundo grupo. Ninguna competición del fútbol español ha sabido mantener tanto su espíritu romántico como este campeonato, donde un equipo de barrio puede enfrentarse a un gigante europeo. Y, a veces, ganarle.
Cada año, el torneo regala historias imposibles. Desde campos de césped irregular, vestuarios improvisados y jugadores que de día trabajan en una oficina o en un taller, y de noche saltan al césped a cumplir un sueño. Son los capítulos más humanos del fútbol. Son las sorpresas que hacen que la Copa del Rey siga viva.
El 'Alcorconazo' de la Copa del Rey: cuando el Madrid tocó fondo
El 27 de octubre de 2009 cambió la historia reciente del torneo. El Alcorcón, por entonces un modesto club de Segunda B, recibió en su estadio al Real Madrid de Manuel Pellegrini. En el once blanco estaban estrellas como Benzema, Van Nistelrooy, Arbeloa o Guti. Nadie imaginaba lo que iba a pasar.

Al descanso, el marcador ya mostraba un 3-0 para los locales. Los 3.000 aficionados del pequeño estadio Santo Domingo no daban crédito. Cuando llegó el cuarto gol, el mundo entero habló del 'Alcorconazo', como se le llamó. El Real Madrid fue humillado 4-0 por un equipo que costaba menos que el salario mensual de algunos de sus jugadores. En la vuelta, el 1-0 en el Bernabéu no sirvió de nada. El Alcorcón había hecho historia.
El sueño del Mirandés
Dos años después, en la temporada 2011/2012, otro equipo de Segunda B volvió a encender la ilusión. El Mirandés, de la pequeña localidad burgalesa de Miranda de Ebro, protagonizó una gesta inolvidable: llegó hasta las semifinales eliminando a tres equipos de Primera División (Villarreal, Racing de Santander y Espanyol).
En el camino, se ganó el corazón de todos los aficionados neutrales. Sus jugadores, semiprofesionales, compatibilizaban el fútbol con sus trabajos. En Anduva, cada gol se celebraba como una victoria de todos los pueblos pequeños de España. Solo el Athletic de Bilbao logró frenarlos en semifinales, pero el Mirandés ya había entrado en la historia.
El Numancia que hizo temblar al Barça
En 1996, el FC Barcelona de Johan Cruyff visitó Soria en los octavos de final. Parecía un trámite. El Numancia militaba en Segunda B y nunca había pasado tan lejos en el torneo. Pero aquel día, el pequeño estadio de Los Pajaritos fue un volcán.

El Numancia remontó y ganó 3-2 en casa. En la vuelta, el Barça solo pudo imponerse 2-1 en el Camp Nou. El club soriano cayó eliminado, sí, pero dejó una lección que aún se recuerda: que el fútbol no entiende de presupuestos cuando hay ilusión y trabajo.
Real Unión y la venganza de los históricos
En 2008, otro episodio inesperado volvió a tener como víctima al Real Madrid. El Real Unión de Irún, uno de los clubes fundadores de la Liga en los años 30' y que ahora jugaba en Segunda B, logró eliminar al equipo blanco en dieciseisavos de final.
Ganó 3-2 en Irún y resistió en el Bernabéu con un 4-3 que, pese a la derrota, le dio el pase por el valor doble de los goles fuera de casa. Fue un baño de realidad para el Madrid y una fiesta para un club con más historia que recursos.
La Cultural Leonesa y la caída del Atlético
El 23 de enero de 2020, ya con el formato a partido único, la Cultural Leonesa, de Segunda B, eliminó al Atlético de Madrid de Simeone.
Fue una noche fría y lluviosa en el Reino de León. El Atlético dominó, pero la “Cultu” resistió y forzó la prórroga. En el minuto 108, Sergio Benito marcó el gol que desató la locura. Miles de aficionados invadieron el campo. Era el ejemplo perfecto de lo que la Copa del Rey siempre ha representado: emoción, imprevisibilidad y justicia poética.
El alma del torneo
Cada una de estas historias tiene un denominador común: la emoción. En la Copa del Rey no solo se enfrentan clubes, sino también mundos diferentes. En un lado, las estrellas y los presupuestos millonarios. En el otro, la humildad y el orgullo de representar a una ciudad entera.
A veces, el fútbol premia al más fuerte. Pero la Copa, en su esencia, premia al más valiente.
En los últimos años, el formato a partido único hasta semifinales ha devuelto esa magia. Eliminar la ventaja de los grandes ha abierto la puerta a más sorpresas. Equipos como el Alcoyano, que en 2021 dejó fuera al Real Madrid en la prórroga, han demostrado que el espíritu de los modestos sigue vivo.
Un torneo que resiste al tiempo
En un fútbol dominado por la televisión, los fichajes y los contratos multimillonarios, la Copa del Rey conserva algo que se está perdiendo, como es la emoción genuina. Los aficionados llenan estadios pequeños, los jugadores celebran con sus vecinos, y las cámaras de televisión vuelven a mirar hacia los pueblos.
Por eso, cada edición es una nueva oportunidad para soñar. Porque, como demuestran las noches del Alcorcón, el Mirandés o la Cultural, en la Copa del Rey siempre puede pasar lo imposible.







