Carlos Alcaraz vivió una de sus noches más amargas en la pista. El número uno del mundo quedó fuera a las primeras de cambio en el Masters 1.000 de París, un torneo donde su mejor resultado había sido alcanzar los cuartos de final en 2022. Esta vez, la historia fue diferente.
El murciano cayó frente a Cameron Norrie en su debut por 4-6, 6-3 y 6-4, y esa derrota dejó en el aire su liderazgo en el ranking, ahora al alcance de Jannik Sinner. Fue un golpe inesperado que el propio Alcaraz reconoció con una autocrítica poco habitual.
El debut más amargo de Carlos Alcaraz en París
"No puedo decir que haya sido por cansancio, porque vine con energía y muchas ganas”, explicó después del partido. “Quería hacerlo bien y estaba con confianza. Otros años llegaba más agotado, pero esta vez no. No fui a Shanghái y pasé unos días en casa. Tenía batería", dijo Carlos Alcaraz.
Aun así, el murciano no encontró una respuesta clara a lo ocurrido: "No sé qué me ha pasado. Hay encuentros que vale la pena volver a ver, pero este no. No voy a sacar nada bueno. Todo fueron malas sensaciones, frustración y enfado. Este tipo de partidos pueden suceder, pero voy a trabajar para que no se repita”.
El jugador reconoció que, en los entrenamientos previos, se había sentido muy bien: "He estado entrenando bastantes días y me encontraba genial, golpeando limpio, moviéndome bien, todo iba perfecto", aseguró. Pero en el partido nada funcionó como esperaba.
"Hay encuentros que vale la pena volver a ver, pero este no"
También quiso reconocer el mérito de su rival. "Cameron ha hecho un partido muy completo, no me dejó estar cómodo en ningún momento y supo darle la vuelta. Hay que darle crédito, porque se lo ha ganado".
Esta derrota se suma a otros tropiezos dolorosos en su carrera, como el 3-0 ante Van de Zandschulp en el US Open de 2024 o la eliminación contra Goffin en Miami. Son golpes que, según el propio Alcaraz, forman parte del aprendizaje.

El murciano, que siempre ha destacado por su madurez y ambición, mostró una cara más humana y vulnerable. No ocultó su decepción, pero también dejó claro que no piensa rendirse. “Estos días sirven para aprender, para recordar que en el tenis nada está garantizado”, comentó en tono sereno.
Si llevaba nueve finales seguidas, su eliminación fue la constatación de que es humano. Hay que remontarse muy atrás en su carrera para recordar un partido en el que estuviera tan perdido, pero sobre todo hay que forzar mucho la memoria para dar con un encuentro suyo con tantos errores. Sumó hasta 54 fallos no forzados, algunos difíciles de creer, como un remate que lanzó directamente a la red. Era un superhéroe confuso y perdido sin sus poderes.
Esto es peor que Montecarlo; esta pista es más lenta que la tierra batida", le aseguraba Alcaraz a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, con quien mantuvo una constante comunicación durante su crisis. El número uno del mundo no entendía nada. Pero nada de nada. No entendía cómo botaba la bola. No entendía por qué siempre estaba mal colocado. No entendía qué tenía que hacer.
Carlos Alcaraz cierra la temporada con un sabor amargo, pero también con una certeza: las derrotas enseñan más que las victorias. Y, aunque este partido no quiera volver a verlo, seguro que no lo olvidará.






