Clara Simón (38), psiquiatra, alerta: ‘La salud mental ya es la mayor preocupación para el 62% de los españoles en 2025’

La salud mental se ha colado de lleno en nuestras vidas, pasando de ser una conversación en susurros a la principal preocupación de los españoles, como advierte la psiquiatra Clara Simón. ¿Te has parado a pensar por qué de repente todo el mundo habla de ansiedad? No es una moda pasajera, parece que una silenciosa marea de agotamiento y ansiedad nos ha alcanzado a todos, sin importar la edad, y las cifras lo confirman de manera rotunda. Este cambio de paradigma nos obliga a preguntarnos qué nos ha pasado como sociedad.

Estamos ante un fenómeno que redefine nuestras prioridades y que afecta directamente a nuestro bienestar emocional. Puede que intentes mirar hacia otro lado, pero la realidad es que las herramientas que teníamos para gestionar el estrés ya no son suficientes en un mundo hiperconectado y lleno de incertidumbre. La conversación sobre el equilibrio psicológico ya no es una opción, es una necesidad urgente que nos interpela a todos. ¿Estamos preparados para afrontarla de verdad?

EL ESPEJO ROTO: LAS CIFRAS QUE NADIE QUIERE MIRAR

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La conversación sobre la salud mental en España ha dejado de ser un tema secundario para ocupar el centro del debate, y los datos son la prueba irrefutable. Ya no hablamos de casos aislados, sino de un fenómeno que atraviesa todas las capas de la sociedad, ya que el consumo de ansiolíticos se ha normalizado como una tirita para heridas emocionales profundas que no sabemos cómo curar. Es un reflejo de que el cuidado de la mente se ha vuelto una asignatura pendiente y urgente para el país.

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Este tsunami emocional no entiende de generaciones, pero sacude con especial fuerza a los más jóvenes. Mientras la conversación sobre la salud mental se abre paso, vemos cómo los diagnósticos de depresión y ansiedad se disparan entre adolescentes, ya que la presión académica y la exposición en redes sociales han creado un caldo de cultivo perfecto para la autoexigencia y la frustración. La supuesta "generación de cristal" es, en realidad, la que ha tenido la valentía de ponerle nombre a un dolor que antes se escondía bajo la alfombra.

¿POR QUÉ AHORA? EL CÓCTEL PERFECTO PARA EL AGOTAMIENTO MENTAL

Vivimos en un mundo que nos exige estar siempre conectados, siempre productivos, siempre felices. La presión es constante, y nuestra salud mental es la primera en resentirse ante este ritmo frenético e insostenible. El problema es que la falsa sensación de compañía que nos dan las redes sociales a menudo esconde una profunda soledad y una comparación constante que mina nuestra autoestima. Este bienestar mental frágil es una consecuencia directa de un estilo de vida que hemos aceptado sin cuestionar.

La pandemia fue el acelerador que nadie esperaba, un punto de inflexión que destapó la vulnerabilidad de nuestro sistema. Aquel parón obligatorio nos enfrentó a nuestros propios fantasmas y dinamitó las rutinas que nos mantenían a flote, pues el confinamiento rompió la ilusión de control que teníamos sobre nuestras vidas, dejando al descubierto una fragilidad que ya existía. La demanda de atención psicológica se disparó porque, de repente, la importancia de cuidar la salud mental se hizo evidente para todos.

CUANDO EL SILENCIO DEJA DE SER UNA OPCIÓN

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Afortunadamente, algo está cambiando en la percepción colectiva sobre la salud mental. El estigma que durante décadas silenció a millones de personas empieza a resquebrajarse gracias a la valentía de quienes comparten su experiencia, ya que ir al psicólogo ya no se ve como un signo de debilidad, sino como un acto de coraje y amor propio. Esta apertura social es fundamental para que la salud emocional deje de ser un tabú y se integre como una parte esencial de nuestro bienestar general.

Son precisamente los más jóvenes quienes están liderando esta revolución de la vulnerabilidad. Han crecido con un lenguaje emocional más rico y no tienen miedo de hablar sobre sus problemas de salud mental, pues la generación Z ha entendido que pedir ayuda es una fortaleza y no una flaqueza, exigiendo recursos y normalizando una conversación que sus padres y abuelos nunca tuvieron. Este cambio en el cuidado anímico es, probablemente, uno de los legados más importantes de nuestro tiempo.

MANUAL DE SUPERVIVENCIA EMOCIONAL: CLAVES QUE SÍ FUNCIONAN

En medio del ruido, existen gestos sencillos y poderosos que podemos incorporar a nuestro día a día para proteger nuestro interior. La buena noticia es que cuidar nuestra salud mental no siempre requiere grandes gestos, sino pequeños hábitos sostenidos en el tiempo. Acciones como limitar el tiempo frente a las pantallas o dar un paseo diario por la naturaleza tienen un impacto enorme, ya que la clave reside en introducir pequeñas rutinas conscientes que actúen como anclas en la tormenta del día a día. Recuperar el control sobre nuestro equilibrio psicológico empieza por estos pequeños pasos.

En un mundo que nos empuja al individualismo, la solución a muchos de nuestros males está en la tribu. Recuperar los lazos comunitarios y las conversaciones cara a cara es más necesario que nunca para nuestra salud mental, porque la conexión humana real es el antídoto más poderoso contra la soledad de la era digital y el bálsamo que nos recuerda que no estamos solos en esto. Encontrar esa paz interior a menudo pasa por apagar el móvil y encender una conversación de verdad con alguien a quien queremos.

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EL FUTURO ES AHORA: ¿ESTAMOS PREPARADOS PARA CUIDARNOS?

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El gran reto que tenemos por delante es conseguir que la atención a la salud mental sea un derecho accesible para todos, no un lujo para unos pocos. La creciente demanda social choca de frente con un sistema público desbordado, con listas de espera interminables, porque la inversión en atención psicológica pública es la única respuesta coherente a una emergencia social de esta magnitud. No podemos permitirnos mirar hacia otro lado mientras la base de nuestro bienestar emocional se desmorona por falta de recursos.

Al final, todo se reduce a una pregunta que debemos hacernos tanto a nivel individual como colectivo. ¿Vamos a seguir ignorando las señales o empezaremos a tomarnos en serio nuestro bienestar emocional? La conversación ya está en la calle, en nuestras casas y en nuestros trabajos, y quizás la verdadera revolución empieza cuando uno mismo se da permiso para no estar bien y decide buscar las herramientas para cuidarse. La respuesta a este desafío definirá la sociedad que seremos mañana.

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