El pinchazo que no frenó a Olano: 30 años de una gesta imborrable

Hace tres décadas, en los Mundiales de Colombia 1995, sucedió algo que quedó grabado en la memoria del ciclismo español: aquel pinchazo sufrido por Abraham Olano cuando casi tocaba el oro. Pero lejos de hundirse, el corredor persistió y escribió una de las páginas más brillantes del deporte nacional.

"Aquella medalla de oro fue especial, no solo por ser la primera vez que un español se vestía de arcoíris, sino por cómo se consiguió", hace memoria el propio Olano en un recuerdo de RTVE.

El día que Abraham Olano ganó el Mundial de Ciclismo en Duitama... con la ayuda de Induráin

El corredor de Anoeta dominó la prueba de principio a fin, mostrando una inteligencia táctica impecable. Sin embargo, cuando parecía que el oro estaba asegurado, un pinchazo en la rueda trasera amenazó con echarlo todo a perder.

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En ese momento, la figura de Miguel Indurain fue determinante. El cinco veces campeón del Tour de Francia, que corría junto a él en la selección española, decidió proteger su posición, marcando los ataques rivales y asegurando que nadie aprovechara la avería de su compatriota. “Miguel fue clave, su trabajo fue fundamental para que yo pudiera mantener la ventaja”, reconocía Olano años después.

El pinchazo que no frenó a Olano: 30 años de una gesta imborrable Fuente: Agencias
Induráin y Olano posan con las medallas de oro y plata del Mundial Fuente: Agencias

La carrera en Duitama fue un desafío extremo: 265 kilómetros, más de 4.000 metros de desnivel acumulado y un pelotón que se fue desintegrando bajo el calor y la altitud de Boyacá. Solo veinte ciclistas terminaron aquella prueba. Según los propios técnicos de la Federación Española de Ciclismo, las condiciones fueron "inhumanas", y el desgaste físico superó lo habitual incluso para los mejores escaladores de la época.

Olano, sin embargo, resistió. Su esfuerzo no fue solo físico, sino también mental. “Ese pinchazo podía haberme hundido, pero en lugar de eso me dio más fuerza”, confesó años más tarde. Cruzó la meta con gesto contenido, sin levantar los brazos, temeroso de que una rueda floja arruinara el momento. Detrás de esa imagen serena se escondía la historia de un triunfo imposible.

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Una carrera recordada por su dureza y emoción

El oro de Olano no solo rompió una barrera deportiva. Supuso también un impulso para todo el ciclismo español, que en los años siguientes viviría una de sus etapas más gloriosas. Según los analistas del programa, aquella victoria "fue el inicio de una generación que aprendió que los campeones también se forjan en la adversidad", dice Abraham.

Ni los ataques de Pantani o Gianetti ni un pinchazo en su rueda trasera pudo evitar que por primera vez en la historia un ciclista español subiera a lo más alto y se ganar el portar durante un año el maillot arcoíris. "No levanté los brazos en meta por miedo a caerme con la rueda como la llevaba".

Olano firmó una página de oro de la historia del ciclismo español después de 7 horas y 55 minutos. No se había conseguido antes una victoria española, pero en 4 días se apuntaron los mismos corredores las medallas de plata y de oro en las pruebas en ruta y contrarreloj.


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