La miel que con tanto cariño añades a tu infusión podría estar perdiendo todas sus propiedades en un instante, un gesto tan común como equivocado que repetimos cada día. La advertencia de la apicultora y nutricionista Teresa Giner resuena con la fuerza de lo evidente, y es que según ella, la creencia de que potenciamos sus beneficios con el calor es un error fundamental que nos priva de sus verdaderas virtudes. ¿Y si te dijera que ese ritual reconfortante es, en realidad, un pequeño engaño?
Esa afirmación de que "la miel en el té hirviendo es inútil y peligroso" esconde una verdad científica que desmonta por completo nuestra costumbre más arraigada. Millones de personas buscan en este producto de las abejas un remedio natural para el resfriado o un simple capricho dulce, pero la mayoría desconoce que la temperatura es el factor que determina si es un superalimento o simple azúcar. Sigue leyendo, porque el secreto para aprovecharla al máximo es más sencillo y rápido de lo que jamás habrías imaginado.
EL SECRETO QUE TU TAZA DE TÉ HA GUARDADO SIEMPRE

Pocos gestos hay más reconfortantes que ver cómo una cucharada de oro líquido se disuelve lentamente en una taza humeante, prometiendo alivio y bienestar. Sin embargo, en esa imagen poética reside la paradoja, ya que ese choque térmico destruye las enzimas y compuestos antibacterianos que la hacen tan valiosa. Como señala Teresa Giner, es una pena que transformemos un tesoro biológico en un simple edulcorante por puro desconocimiento y unos segundos de impaciencia.
La sensación de calidez nos hace creer que estamos potenciando sus efectos balsámicos, cuando la ciencia nos grita justo lo contrario. La experta insiste en que "la miel en el té hirviendo es inútil y peligroso", no como una exageración, sino como una descripción literal de lo que ocurre a nivel molecular. Y es que someter este edulcorante natural a más de 60 grados centígrados inicia un proceso de degradación irreversible que nos deja únicamente con su sabor dulce.
¿POR QUÉ ARRUINAMOS EL MEJOR REGALO DE LAS ABEJAS?

¿Qué hace que la miel sea mucho más que azúcar? Principalmente sus enzimas, como la invertasa o la glucosa oxidasa, que las abejas aportan en su elaboración. Piensa en ellas como delicadas herramientas biológicas, y es que estas proteínas son las responsables de gran parte de su actividad antibacteriana y digestiva. Al verter el tesoro de la colmena en agua hirviendo, estas estructuras se desnaturalizan al instante, como si las derritiéramos.
El problema va más allá de lo que perdemos, afectando también a lo que se genera. La advertencia de Teresa Giner sobre el peligro no es casual, pues algunos estudios apuntan a que calentar en exceso este alimento milenario puede aumentar la concentración de ciertos compuestos no deseados. Por tanto, perdemos su capacidad para defendernos de patógenos justo en el momento en que más la necesitamos, convirtiendo un remedio potencial en una sustancia inerte y menos segura.
LA TEMPERATURA EXACTA: EL TRUCO DE EXPERTA QUE LO CAMBIA TODO

Entonces, ¿cuál es el momento perfecto? Teresa Giner lo tiene claro: nunca con el agua recién hervida. El truco, tan sencillo que parece mentira, es esperar a que la infusión baje a una temperatura que sea agradable para beber. Idealmente, deberíamos añadir la miel cuando el líquido esté por debajo de los 45 grados centígrados, garantizando así la supervivencia de todas sus propiedades intactas y beneficiosas para nuestro organismo.
Si no tienes un termómetro a mano, la apicultora nos da una regla infalible que todos podemos aplicar en nuestro día a día. Simplemente, si puedes dar un sorbo a tu té o infusión sin quemarte los labios, es el momento idóneo para incorporar el manjar dorado. Y es que la temperatura que tu cuerpo tolera es también la temperatura segura para la miel, una sincronía perfecta que lo cambia absolutamente todo y te permite aprovechar sus beneficios.
NO TODAS LAS MIELES SON IGUALES: APRENDE A ELEGIR

No todo lo que brilla en los lineales es oro líquido. Giner subraya la importancia de diferenciar entre la miel cruda y la pasteurizada. Esta última ha sido sometida a altas temperaturas durante su envasado para hacerla más líquida y atractiva, por lo que ya ha perdido gran parte de sus virtudes. Por ello, la miel cruda es la única que conserva intactos todos los enzimas y antioxidantes originales de la colmena.
Mucha gente desconfía cuando una miel se solidifica o cristaliza, pero en realidad es la mejor señal posible. Este proceso natural solo ocurre en la miel pura y de calidad, demostrando que no ha sido sobrecalentada ni adulterada con otros siropes. Así que la próxima vez que veas un tarro con esa textura, entiende que la cristalización es un sello de garantía, no un defecto del producto, y estarás eligiendo la mejor opción.
MÁS ALLÁ DEL TÉ: CÓMO DISFRUTARLA SIN DESTROZAR SUS PROPIEDADES
Si de verdad quieres aprovechar todo el poder de este superalimento, Teresa Giner recomienda explorar su uso en frío o a temperatura ambiente. Añádela a un yogur natural, úsala como aderezo en una ensalada de frutas o simplemente disfrútala sobre una tostada con un buen aceite de oliva virgen extra. Con este gesto, las preparaciones tibias o frías se convierten en las mejores aliadas para no degradar sus compuestos.
Al final, respetar este alimento es respetar el increíble trabajo de las abejas y la inteligencia de la naturaleza. La próxima vez que tengas una cucharada de miel en la mano, recuerda la advertencia de que "la miel en el té hirviendo es inútil y peligroso". Solo tienes que hacer una pequeña pausa y esperar, porque ese simple gesto de paciencia transforma por completo la experiencia y el beneficio que obtienes, convirtiendo tu taza de té en una verdadera fuente de bienestar.