El Hombre del Saco es mucho más que un simple cuento para asustar a los niños; es el eco de un grito real que atravesó el tiempo hasta llegar a nuestros días. Todos recordamos esa advertencia, esa sombra que se llevaba a los pequeños que desobedecían, pero lo que pocos saben es que nuestros abuelos conocieron la cara y el nombre del primer hombre del saco, un monstruo de carne y hueso. ¿Y si te dijera que esa figura del saco que pobló tus pesadillas nació de la crónica de sucesos más negra de la España de principios del siglo XX?
Aquella amenaza susurrada al oído antes de ir a dormir para que no nos alejáramos de casa tiene un origen documentado, una historia que helaría la sangre a cualquiera. Detrás de la leyenda del raptor de niños se encuentra un suceso tan atroz que la realidad superó con creces cualquier ficción imaginable y transformó un crimen espantoso en un mito nacional. Sigue leyendo y descubrirás cómo un pueblo de Almería se convirtió en el escenario donde nació el verdadero Hombre del Saco.
EL MIEDO TIENE UNA FECHA: 1910
En la polvorienta Almería de principios del siglo XX, la tuberculosis campaba a sus anchas, llevándose vidas sin distinción. Fue en ese caldo de cultivo de miedo y superchería donde un rico terrateniente llamado Francisco Leona, enfermo y desesperado, buscó una cura en los remedios más oscuros que puedas concebir, dando pie a la historia del hombre del costal. Lo que no sabía es que su búsqueda de sanación desataría una auténtica cacería humana que marcaría para siempre el imaginario colectivo español.
La desesperación de Leona le llevó hasta Agustina, una curandera local sin escrúpulos, que le ofreció una solución tan macabra como primitiva para su mal. El remedio implicaba un acto de una crueldad inimaginable, un ritual pagano que necesitaba los ingredientes más puros e inocentes, y para conseguirlo, estaban dispuestos a todo. Fue entonces cuando la curandera dictó una sentencia de muerte al proponer un remedio que exigía la vida de un niño, convirtiéndose en la autora intelectual del secuestrador del saco.
¿QUIÉN NECESITABA LA SANGRE DE UN NIÑO?
El supuesto remedio que la curandera prescribió a Francisco Leona es el corazón de esta pesadilla y la explicación al origen del coco. La receta era espeluznante: beber la sangre aún caliente del niño secuestrado y aplicarse sus grasas corporales, las "unturas", directamente sobre el pecho. No se trataba de un rapto cualquiera, sino de un asesinato con un propósito pseudocientífico basado en la más brutal de las ignorancias, un acto que hoy nos parece inconcebible.
Para llevar a cabo tan terrible encargo, la curandera y el enfermo contactaron a Francisco Ortega, conocido en Gádor como "El Moruno", un hombre rudo y ejecutor perfecto para el trabajo sucio. Fue él quien, a cambio de dinero, aceptó buscar, secuestrar y asesinar a un niño, convirtiéndose en el mito del viejo del saco. La víctima elegida fue Bernardo González Parra, de solo siete años, un pequeño que jugaba confiado cerca de su casa sin saber que su vida tenía precio y que estaba a punto de convertirse en leyenda.
EL MACABRO PLAN QUE SE ESCONDÍA EN UN CORTIJO
"El Moruno" no actuó solo; contó con la ayuda de un cómplice, un hombre con una discapacidad intelectual al que todos llamaban el "Tonto" de Gádor. Engañaron al pequeño Bernardo ofreciéndole buscar nidos y, una vez alejado de miradas indiscretas, lo metieron en un saco para llevarlo a un cortijo aislado. Allí se escribiría la verdadera historia del Hombre del Saco. Lo que sucedió entre aquellas cuatro paredes fue un acto de barbarie que la prensa de la época relató con todo lujo de detalles, conmocionando a la sociedad.
Una vez en el cortijo, "El Moruno" asesinó al niño con una crueldad extrema para extraerle la sangre y las grasas que el enfermo Leona esperaba. El cuerpo del pequeño Bernardo fue ocultado en una grieta en las afueras del pueblo, dentro del mismo saco que sirvió para su secuestro, dando forma a la pesadilla del saco. La ausencia del niño movilizó rápidamente a todo el pueblo, pero nadie podía imaginar la magnitud del horror que estaban a punto de descubrir tras su desaparición.
JUSTICIA PARA BERNARDO: EL JUICIO QUE CONMOCIONÓ A ESPAÑA
La investigación no tardó en dar con los culpables, y el juicio se convirtió en un acontecimiento mediático sin precedentes para la época. Los periódicos nacionales se hicieron eco del "Crimen de Gádor", y los detalles escabrosos de la trama mantuvieron en vilo a toda España. Fue así como la figura del criminal del saco trascendió lo local, y su historia se difundió por todo el país como un reguero de pólvora, alimentando el pánico y la leyenda que estaba naciendo.
Los principales responsables, Francisco Ortega "El Moruno" y Julio "El Tonto", fueron condenados a muerte por garrote vil, mientras que el enfermo y la curandera recibieron penas de prisión. La justicia había hablado, pero el daño ya estaba hecho y el terror del Hombre del Saco había calado hondo. Aunque sus vidas terminaron, el monstruo que habían creado se independizó de ellos para instalarse en la memoria colectiva, convirtiéndose en un relato de advertencia que pasaría de generación en generación.
DE LA CRÓNICA DE SUCESOS AL CUENTO PARA NO DORMIR
La historia del crimen se extendió por toda la geografía española, pero con el tiempo los detalles específicos se fueron diluyendo, dejando solo la esencia del terror. Los padres y abuelos de todo el país empezaron a usar la figura del hombre con un saco que se llevaba a los niños malos como una herramienta para infundir respeto, el cuento del raptor. Sin que muchos lo supieran, estaban utilizando un suceso real y documentado como una fábula de advertencia casera, inmortalizando sin querer al Hombre del Saco.
Así, cada vez que una madre advertía a su hijo con un "que viene el Hombre del Saco", estaba evocando, sin saberlo, la memoria del pequeño Bernardo y el rostro de su asesino, "El Moruno". Esa leyenda que nos provocó escalofríos bajo las sábanas no es más que el legado de un crimen terrible, la prueba de que los monstruos más temibles son los que caminan entre nosotros y cuyas historias, por desgracia, son completamente reales. El Hombre del Saco existió, y ahora conoces su verdadera y trágica historia.