"Con una foto que me mandes por WhatsApp sé dónde vives", Diego Voluse (28), ex-hacker, explica el 'chivato' oculto en tus archivos que te delata.

El peligro oculto que nadie te ha contado sobre la forma en que envías tus fotos. El método exacto que puede revelar tu ubicación a través de un simple archivo en la aplicación de mensajería.

Usar WhatsApp para mandar una foto parece el gesto más inofensivo del mundo, un acto mecánico que repetimos decenas de veces al día sin pensarlo dos veces. Sin embargo, detrás de esa aparente normalidad se esconde una vulnerabilidad que muchos desconocen. Por eso, la escalofriante advertencia de Diego Voluse, un ex-hacker de 28 años, resuena con fuerza: "con una foto que me mandes por WhatsApp sé dónde vives". ¿Una exageración para asustar? Nada más lejos de la realidad.

La afirmación de Voluse no se basa en ningún truco de magia negra informática, sino en un ‘chivato’ silencioso que todos llevamos en el bolsillo. No, no hablamos de un virus ni de un fallo de seguridad de la popular app de mensajería, sino de una información invisible para ti, pero no para otros, ya que los metadatos de un archivo pueden contener las coordenadas GPS exactas del lugar donde se tomó. Un rastro digital que dejamos sin ser conscientes y que podría delatarnos.

EL ESPÍA QUE LLEVAS EN EL BOLSILLO

Tus fotos hablan de ti mucho más de lo que imaginas.
Tus fotos hablan de ti mucho más de lo que imaginas. Fuente Freepik.

Imagina que cada fotografía que haces con tu móvil tuviera un DNI digital pegado en la espalda, una etiqueta invisible que cuenta su historia. Eso son, a grandes rasgos, los metadatos EXIF. No es algo nuevo, pero poca gente le presta atención. Cada vez que pulsas el botón de disparo, tu móvil registra en secreto datos como el día, la hora, el modelo de cámara y, a menudo, tu geolocalización, con una precisión que da vértigo. Una información tremendamente útil para organizar tus recuerdos, pero también peligrosamente reveladora.

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El problema surge cuando esa información sale de tu teléfono. Al compartir una imagen de tus vacaciones, del coche nuevo aparcado en tu garaje o de tus hijos en el parque, podrías estar enviando mucho más que una simple sonrisa. Esa información, en las manos equivocadas, se convierte en una hoja de ruta detallada sobre tus hábitos, tu casa o tu lugar de vacaciones. Un auténtico mapa del tesoro para cualquiera con malas intenciones, que no necesita ser un genio de la informática para acceder a él.

¿PERO WHATSAPP NO BORRABA ESTOS DATOS?

Aquí es donde reside la gran confusión, el falso mito que nos hace sentir seguros. Y sí, es cierto que, por defecto, la aplicación tiene un mecanismo de protección. Cuando envías una foto a través de la galería de WhatsApp, por el método tradicional, la propia aplicación comprime el archivo para ahorrar datos y, en ese proceso, elimina la mayor parte de esta información sensible, incluida la geolocalización. Hasta aquí, todo correcto. El problema es que hemos aprendido a saltarnos esa protección sin saberlo.

Buscando la máxima calidad para que nuestras fotos no se vean pixeladas, muchos hemos adoptado la costumbre de enviarlas de otra manera. El verdadero riesgo aparece cuando, para no perder calidad, envías la foto como ‘documento’, ya que de esta forma el archivo se transfiere íntegro, con todos sus metadatos intactos. La app de Meta entiende que, si lo envías así, quieres conservar el archivo original, con todo lo que ello conlleva. Y es en esa pequeña elección donde abrimos la puerta a nuestra privacidad.

EL MÉTODO VOLUSE: ASÍ SE DESCUBRE EL PASTEL

Cualquiera con un par de clics puede acceder a esta información oculta.
Cualquiera con un par de clics puede acceder a esta información oculta. Fuente Freepik.

Diego Voluse insiste en que su advertencia sobre WhatsApp no busca el alarmismo, sino la concienciación. Para demostrar lo sencillo que es, explica el proceso: no se necesitan conocimientos de hacker, pues basta con descargar la imagen en un ordenador y acceder a las 'propiedades' del archivo para ver un mapa con la ubicación. En Windows, con un simple clic derecho; en Mac, pulsando en "obtener información". Ahí, a la vista de todos, aparecerán las coordenadas y, en muchos casos, un enlace directo a Google Maps.

El verdadero impacto llega cuando comprendes el nivel de detalle que ofrece. No hablamos de una ciudad o un barrio. La precisión del GPS de los móviles actuales es tan alta que puede señalar la dirección exacta de tu casa, el parque donde juegan tus hijos o el restaurante donde estás cenando. Una foto de tu nuevo televisor en el salón enviada por WhatsApp como documento a un grupo de compraventa podría estar revelando exactamente dónde vives y qué objetos de valor tienes.

BLINDARSE ES MÁS FÁCIL DE LO QUE CREES

Afortunadamente, protegerse de esta fuga de información está al alcance de cualquiera. No necesitas convertirte en un experto en ciberseguridad. La primera barrera de defensa, y la más eficaz, es entrar en los ajustes de la cámara de tu móvil y desactivar la opción de 'etiqueta de ubicación' o 'guardar datos GPS'. De esta forma, las fotos que hagas a partir de ahora nacerán ‘limpias’, sin ese chivato geográfico. Es un cambio que apenas te llevará diez segundos y que cierra el grifo de raíz.

Pero, ¿qué pasa con todas las fotos que ya tienes guardadas en tu galería? Para imágenes ya existentes, existen aplicaciones y programas gratuitos que permiten eliminar los metadatos EXIF con un solo toque antes de compartirlas por cualquier medio, incluido el envío como documento en WhatsApp. Herramientas como "Metapho" en iOS o "Photo EXIF Editor" en Android hacen el trabajo sucio por ti, permitiéndote compartir tus recuerdos con la máxima calidad, pero sin compartir también tu intimidad.

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LA CONCIENCIA: TU MEJOR ANTIVIRUS DIGITAL

La tecnología no es ni buena ni mala, todo depende de cómo la uses.
La tecnología no es ni buena ni mala, todo depende de cómo la uses. Fuente Freepik.

Al final, esta advertencia de Diego Voluse sobre una función concreta de la popular app verde trasciende a la propia aplicación. Nos habla de una realidad mucho más amplia. El problema no reside en la tecnología en sí, sino en la inercia con la que compartimos fragmentos de nuestra vida sin pensar en las consecuencias que puede tener. Damos por sentada nuestra privacidad, asumimos que las plataformas nos protegen por defecto, pero a menudo somos nosotros mismos quienes, por desconocimiento, dejamos las puertas abiertas.

La próxima vez que vayas a chatear con amigos y compartir esa foto espectacular del atardecer, párate un segundo. Piensa no solo en lo que se ve, sino en lo que no se ve. La advertencia de "con una foto que te manden por WhatsApp sé dónde vives" no es una amenaza, sino una llamada de atención, una invitación a despertar. Entender estos pequeños detalles técnicos nos devuelve el control sobre nuestra propia narrativa digital, decidiendo qué compartimos y, sobre todo, qué nos guardamos para nosotros.

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