En este pueblo de Cantabria el río atraviesa por debajo de las casas y para salir a la calle tienes que tomar un puente

Sus puentes medievales, como el de San Cayetano, no solo conectan calles, sino que son el alma de una villa construida en torno al agua. La gastronomía, con el cocido lebaniego y el orujo como protagonistas, junto a la imponente presencia de los Picos de Europa, completan una experiencia inolvidable.

Existe un lugar en Cantabria donde el murmullo del agua no es un sonido de fondo, sino el pulso que marca la vida de sus gentes. Imagina despertar y que, bajo el suelo de tu casa, sientas correr un río de montaña; una sensación única que define a este rincón mágico en el corazón de los Picos de Europa y que lo convierte en uno de los pueblos más fascinantes que puedas visitar. ¿Te atreves a descubrirlo?

La magia de este enclave no reside solo en su imponente paisaje, sino en cómo sus habitantes aprendieron a convivir con la fuerza de la naturaleza. Pasear por sus calles es una delicia, y es que las casas cuelgan literalmente sobre el cauce del río en una estampa que parece sacada de un cuento de hadas. Esta joya del norte te obliga a mirar siempre hacia abajo, a buscar los puentes y a escuchar el alma del pueblo.

¿UN PUEBLO CONSTRUIDO SOBRE EL AGUA?

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Aquí todo gira en torno a la confluencia de dos ríos, el Deva y su afluente el Quiviesa, que se abrazan en pleno casco urbano. No es una metáfora, es que la villa medieval se edificó sobre los propios cauces, obligando a que sus cimientos dialoguen constantemente con la corriente. Esta singularidad de la comarca de Liébana convierte un simple paseo en una experiencia sonora y visual que te envuelve por completo desde que llegas.

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El resultado es una simbiosis perfecta entre piedra y agua que desafía la lógica y enamora a primera vista. Para los lebaniegos, salir de casa implica casi siempre cruzar un puente, y es que la vida cotidiana se organiza en torno a estas pasarelas de piedra que son mucho más que un simple lugar de paso. La peculiar arquitectura montañesa se adaptó al terreno de una forma tan inteligente que hoy nos regala una de las postales más icónicas de la región.

LOS PUENTES QUE TEJEN HISTORIAS DE PIEDRA

Los puentes de Potes no son meras construcciones funcionales, sino auténticos monumentos que narran el devenir de la villa. El Puente de San Cayetano, de origen medieval, y el Puente Nuevo son las arterias principales, y es que ambos conectan barrios históricos y ofrecen las mejores vistas del pueblo con sus casas asomadas al río. Cruzarlos es sentir el peso del pasado medieval bajo tus pies mientras el agua fluye con fuerza bajo tus ojos.

Pero más allá de su función, estos pasos elevados son el corazón social de la localidad y un imán para cualquiera que visite esta zona de Cantabria. Detenerse en ellos es una costumbre, y es que desde sus barandillas se contempla una perspectiva única de la Torre del Infantado y las fachadas coloridas que se reflejan en el agua. Son miradores improvisados, lugares de encuentro y el escenario perfecto para entender por qué Potes es, sencillamente, diferente.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO ESTÁ EN SU CASCO ANTIGUO

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El casco antiguo de Potes es un laberinto de callejuelas empedradas, pasadizos y casonas blasonadas que te transportan a otra época. Cada rincón es una sorpresa, con sus balcones de madera repletos de flores y el aroma a leña que se escapa de alguna chimenea, y es que su conjunto histórico está declarado Bien de Interés Cultural, un reconocimiento más que merecido a su excelente estado de conservación y a su patrimonio histórico.

Coronando el entramado urbano se alza, imponente y robusta, la Torre del Infantado, un baluarte del siglo XV que hoy es el gran símbolo del pueblo. Su figura domina el paisaje y vigila el discurrir de los ríos, y es que esta fortaleza medieval es el epicentro visual y cultural de la villa, albergando exposiciones que te permiten conocer más sobre la historia de esta comarca de Cantabria. Es imposible no sentirse pequeño ante su presencia.

CUANDO EL ESTÓMAGO HABLA EL IDIOMA DE LA MONTAÑA

Si hay algo que define el espíritu de Potes tanto como sus puentes es su gastronomía, contundente y honesta, pensada para reconfortar el cuerpo y el alma. El rey indiscutible de la mesa es el cocido lebaniego, un plato de cuchara poderoso, y es que su receta a base de garbanzos de Potes, berza y carnes de la matanza es la mejor recompensa tras una jornada explorando la zona. Es uno de esos sabores de la tierra que nunca se olvidan.

Pero la experiencia culinaria va mucho más allá, porque probar el orujo artesanal de Liébana es casi una obligación para el visitante. Este destilado es el broche de oro perfecto para cualquier comida, y es que los quesos de la comarca, como el picón Bejes-Tresviso o el ahumado de Áliva, son auténticas joyas que demuestran la riqueza de la despensa local. Probar estos manjares es saborear la Cantabria más auténtica y desconocida.

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MÁS ALLÁ DE POTES: LA LLAMADA DE LOS PICOS DE EUROPA

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Aunque Potes tiene encanto de sobra para retenerte durante días, su ubicación privilegiada lo convierte en el campo base ideal para explorar su entorno. A pocos kilómetros se encuentra Fuente Dé, cuyo teleférico te eleva al corazón del macizo central, y es que el contraste entre la calidez del pueblo y la majestuosidad alpina de las cumbres crea una experiencia de viaje inolvidable. Este paraíso natural te dejará sin aliento a cada paso.

Al marcharte, te llevas el eco del agua bajo las casas, el sabor del cocido y la imagen imborrable de las montañas que lo vigilan todo. Potes no es solo un destino, es una sensación que se queda contigo, la prueba de que la belleza a veces reside en construir la vida en el lugar más inesperado. Sin duda, uno de los tesoros más preciados que esconde la infinita Cantabria, un lugar al que siempre querrás volver.

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