Aunque muchos conocen que los frutos secos son una fuente natural de vitaminas y minerales, pocos se detienen a pensar en la sorprendente cantidad de beneficios que estos pequeños bocados salados pueden ofrecer a nuestra salud. Desde reducir el riesgo de enfermedades cardíacas hasta mejorar la función cognitiva, estos alimentos no solo son sabrosos y versátiles: también son aliados silenciosos de nuestra salud integral.
Y si bien durante décadas se los evitó por su alto contenido calórico, la ciencia actual los ha reivindicado. Hoy sabemos que incluir solo 30 gramos diarios de frutos secos en nuestra dieta puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un impresionante 21%. Y eso es apenas el comienzo.
5¿Cuál es la mejor forma de consumir frutos secos?

Si bien cada fruto seco tiene sus particularidades, lo ideal es apostar por la variedad. Combinar almendras, nueces, pistachos, cacahuetes y hasta alguna nuez de Brasil en una mezcla casera sin sal ni azúcar puede ser la mejor manera de aprovechar sus múltiples beneficios.
Eso sí, como advierten muchos nutricionistas, no se trata de comer frutos secos en cantidades ilimitadas. Un puñado al día –entre 25 y 30 gramos– es más que suficiente. Y siempre es mejor elegir versiones al natural o tostadas, evitando las que vienen fritas o recubiertas de azúcar.
Sumar frutos secos a tu dieta no requiere grandes cambios. Puedes incorporarlos al desayuno con yogur y fruta, añadirlos a una ensalada para dar textura o simplemente llevar un pequeño recipiente contigo para esos momentos en los que el hambre ataca. Son prácticos, portátiles y deliciosos.