Aunque muchos conocen que los frutos secos son una fuente natural de vitaminas y minerales, pocos se detienen a pensar en la sorprendente cantidad de beneficios que estos pequeños bocados salados pueden ofrecer a nuestra salud. Desde reducir el riesgo de enfermedades cardíacas hasta mejorar la función cognitiva, estos alimentos no solo son sabrosos y versátiles: también son aliados silenciosos de nuestra salud integral.
Y si bien durante décadas se los evitó por su alto contenido calórico, la ciencia actual los ha reivindicado. Hoy sabemos que incluir solo 30 gramos diarios de frutos secos en nuestra dieta puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un impresionante 21%. Y eso es apenas el comienzo.
1Frutos secos: una bomba de salud en cada bocado

A primera vista, un pequeño puñado de frutos secos puede parecer una simple colación entre comidas. Pero su impacto va mucho más allá del picoteo ocasional. Diversas investigaciones, como las lideradas por expertos de la Facultad de Medicina de Harvard, han demostrado que estos alimentos, cuando se consumen con moderación, no solo no engordan como se creía en los años 90, sino que incluso pueden favorecer la pérdida de peso. ¿La razón? Su combinación de grasa saludable, fibra y proteína ayuda a generar saciedad, frenar el hambre y regular el azúcar en sangre.
Además, estudios recientes indican que ciertos frutos secos tienen menos calorías absorbibles de las que figuran en la etiqueta. Algunas de sus grasas se excretan sin ser digeridas por completo, lo que significa que el cuerpo no llega a utilizar toda esa energía. Es decir, en muchos casos, estamos comiendo menos de lo que creemos.
Y no solo eso: los frutos secos también se asocian a una reducción de la presión arterial, un colesterol más bajo, huesos más fuertes, una mejor salud intestinal y hasta una mayor longevidad. Comerlos es como tomar un suplemento natural multifunción, pero mucho más delicioso.