En la lucha contra la diabetes tipo 2, una enfermedad crónica que avanza con el paso del tiempo, ciertos alimentos vuelven a estar bajo la lupa de la ciencia. Entre ellos, la cebolla emerge como un posible aliado inesperado. Más allá de su sabor y presencia cotidiana en la cocina, esta hortaliza empieza a despertar el interés de investigadores que buscan nuevas estrategias nutricionales para frenar el avance de la enfermedad.
Un reciente estudio ha puesto a la cebolla en el centro del debate médico, sugiriendo que podría tener efectos directos sobre la regulación de la glucosa en sangre. Aunque los resultados aún son preliminares, marcan un paso esperanzador hacia el diseño de dietas terapéuticas más efectivas. En este contexto, lo que antes se consideraba simplemente un condimento, podría transformarse en una herramienta clave para mejorar la salud metabólica global.
2El estudio que sorprendió al mundo médico

El hallazgo fue presentado en la reunión anual de la Endocrine Society, una de las organizaciones más influyentes en la investigación hormonal. Los científicos analizaron los efectos de la cebolla cruda en ratones con diabetes a los que también se les administraba metformina, el medicamento más utilizado para tratar la diabetes tipo 2.
Los resultados no tardaron en captar la atención de la comunidad científica: los roedores que consumieron cebolla presentaron una reducción de hasta el 50 % en sus niveles de glucosa en sangre. Esto plantea un escenario prometedor y, aunque aún es temprano para extrapolarlo directamente a humanos, sugiere que los componentes naturales de la cebolla podrían tener un efecto regulador del azúcar más potente de lo que se creía.
Una de las claves de este posible efecto se encuentra en una sustancia llamada quercetina, un flavonoide presente en la cebolla que estaría involucrado en la mejora de la absorción de glucosa por parte de las células y en la estimulación de la secreción de insulina.