El juicio entre Just Eat y Glovo ha quedado visto para sentencia tras intensas jornadas en el Juzgado Mercantil número 2 de Barcelona. La multinacional Just Eat reclama 295 millones de euros a Glovo por presunta competencia desleal, al considerar que el uso sistemático de repartidores como “falsos autónomos” y alegando además que Glovo siempre tuvo conocimiento de estos hechos, durante más de una década permitió a la plataforma española operar con costes significativamente más bajos y obtener una posición dominante en el mercado.
Just Eat sostiene que Glovo “huyó del derecho laboral” y desarrolló una estrategia de depredación empresarial que ha estrangulado a los competidores al reducir artificialmente sus costes al no contratar legalmente a los ‘riders’. La empresa denuncia que esta ventaja competitiva ha erosionado los márgenes de todo el sector y ha impedido a empresas como Just Eat acceder a contratos exclusivos con cadenas de restauración.
Los abogados de Just Eat argumentan además que los repartidores de Glovo en realidad mantenían una relación laboral encubierta, ya que estaban organizados, geolocalizados y sujetos a un algoritmo que asignaba pedidos según criterios empresariales. A pesar de que Glovo ha defendido que los ‘riders’ operaban con libertad en el modelo Flex, los testimonios de repartidores afirman que, en la práctica, no desconectaban ni rechazaban pedidos por temor a penalizaciones, así de grave está el escenario de Glovo en estos momentos, por un lado, obligados a incluir en la nómina a miles de riders, y por otro haciendo frente a la demanda de su más cercano rival, Just Eat.
Por su parte, Glovo ha negado las acusaciones y ha esgrimido que Just Eat busca en los tribunales una victoria que no logra en el mercado. Su defensa alega que los modelos de negocio cuestionados están prescritos y que el actual también quedaría en parte fuera del alcance de la demanda. Además, han señalado supuestas irregularidades en los informes de inspección laboral presentados por Just Eat y han cuestionado la imparcialidad de los testimonios, al tratarse de repartidores que actualmente trabajan para la empresa demandante.
El juicio se produce justo cuando Glovo celebra su décimo aniversario y ha anunciado su intención de dejar atrás el modelo de autónomos, comprometiéndose a emplear a los repartidores como asalariados a partir de julio de este año. Sin embargo, Just Eat considera que la ventaja ya ha sido obtenida y consolidada a costa de incumplir la normativa laboral.
Just Eat critica el modelo de falsos autónomos y exige responsabilidad a sus competidores

Lo cierto, es que Just Eat no ha perdido tiempo y ha lanzado una crítica directa al modelo laboral que emplea Glovo, al que califica como una “falacia absoluta”. La compañía sostiene que el uso sistemático de falsos autónomos no solo vulnera derechos básicos de los trabajadores, sino que también distorsiona la competencia entre plataformas, vamos, que no se trababa de una competencia sana y mucho menos justa. En un momento en que el debate sobre la economía de trabajos esporádicos o por encargo está más presente que nunca, Just Eat pone el foco en la necesidad de cumplir con la legislación laboral vigente, sin atajos ni fórmulas ambiguas.
La firma defiende que operar de forma responsable implica asumir costes y obligaciones que muchos de sus competidores evitan, refiriéndose claramente a las actuaciones de Glovo con los riders. Según Just Eat, este tipo de prácticas generan un entorno desigual en el que se penaliza a quienes apuestan por la legalidad. En este contexto, la empresa pide a las autoridades que refuercen los mecanismos de control y sobre todo sanción para evitar que ciertos modelos de negocio sigan creciendo sobre la base de la precariedad.
La empresa defiende su apuesta por contratos laborales frente a las condiciones precarias de Glovo

A diferencia de otras plataformas, Just Eat ha optado por contratar directamente a sus repartidores, garantizando así derechos laborales básicos como la cotización a la Seguridad Social, vacaciones pagadas o cobertura en caso de accidente y todos los derechos que le corresponden como trabajadores (aunque muchos se preguntan si esta actuación se dio desde el principio). Esta decisión, según la compañía, no responde solo a un compromiso ético, sino también a una estrategia empresarial sostenible a largo plazo. «El trabajo en plataforma no debe ser sinónimo de vulnerabilidad», afirman desde su dirección.
La empresa considera que este modelo genera un entorno más seguro y previsible tanto para repartidores como para clientes y restaurantes asociados. Just Eat defiende que profesionalizar la figura del repartidor no solo mejora la calidad del servicio, sino que también dignifica una actividad esencial dentro de la economía digital. Frente a la imagen del rider autónomo y expuesto, la plataforma reivindica el empleo con derechos como la base de su operación, convirtiendose en un verdadero ejemplo para otras plataformas que han seguido los mismos pasos de compañías como Glovo.
«No se puede hablar de libertad cuando hay dependencia total», asegura el portavoz de Just Eat

El portavoz de Just Eat ha sido tajante al referirse a la supuesta libertad de los repartidores autónomos en otras plataformas. Según sus palabras, “esa libertad es ficticia cuando el trabajador depende por completo de una única aplicación para generar ingresos”. Esta dependencia económica, combinada con la falta de garantías sociales, convierte la actividad del repartidor en una relación laboral encubierta. “Hablar de elección cuando hay necesidad es manipular el discurso”, afirmó con claridad.
Desde Just Eat insisten en que la narrativa de la flexibilidad, tan repetida por empresas como Glovo, esconde realidades muy distintas, jornadas extensas, ingresos inestables y la carga total de responsabilidades fiscales y de seguridad. Por ello, la compañía urge a repensar el concepto de autonomía en el trabajo digital y exige que se reconozca como tal solo cuando existan verdaderas condiciones de libertad y protección para el trabajador.