El secreto mejor guardado de Asturias: te contamos cómo llegar a una de las playas más encantadoras de la región

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Se trata de una playa oculta donde aún es posible sumergirse en un silencio que solo se ve interrumpido por el murmullo de las olas rompiendo en la orilla. A pesar de ubicarse en uno de los concejos más turísticos de Asturias, Cudillero, este rincón playero escapa de la masificación. La tranquilidad que caracteriza a la Playa de Vallina, también conocida como Playa del Gallo en esta región, se erige como uno de sus principales encantos. Sin embargo, este no es el único atractivo que la distingue, ya que las cascadas de agua dulce que desembocan a sus pies la convierten en un lugar verdaderamente especial.

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¿Qué ver en la playa de Vallina?

Las aguas que generan estas cascadas provienen de varios riachuelos que no encuentran un lecho más extenso para concluir su curso. En la fase final, desembocan directamente sobre la arena en forma de pequeñas caídas de agua, brindando un espectáculo natural que regala una de las estampas más hermosas a lo largo de toda la costa cantábrica.

Aunque no es la única playa en Asturias donde se puede apreciar una escena similar, resulta desafiante hallar playas donde diversos arroyos desciendan en forma de cascadas. En la Playa de Vallina, se pueden contar hasta cinco de estos arroyos. Mientras algunos descienden en suaves escalones, casi deslizándose entre las rocas hasta alcanzar la arena, otros caen con vigor desde alturas más pequeñas. No obstante, el flujo de agua no se detiene, sino que traza caprichosos recorridos en su búsqueda del Mar Cantábrico, que la absorberá sin miramientos.

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Los molinos que movían el agua
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Prácticamente a la orilla de la playa, en compañía de una de las cascadas, se erige un antiguo molino construido con robustos muros de piedra, desafiando las aguas imponentes del Cantábrico. Siguiendo la trayectoria del arroyo Vivigo río arriba, aún se conserva otro molino en buen estado. Estos son vestigios de un pasado que, aunque ahora pueda parecer distante, en realidad no lo está tanto.

A lo largo de siglos, la parroquia de Oviñana prosperó con extensos cultivos de granos, los cuales eran molidos gracias a estos molinos y a la fuerza de los riachuelos que surcan la región. A mediados del siglo XVIII, se contabilizaban seis molinos en esta parroquia. El transcurso del tiempo y la aparición de nuevas fuentes de riqueza llevaron a la desaparición de la mayoría, pero los que perduran actúan como testigos de ese pasado. Además, sirven como guía para alcanzar el tesoro natural que representa la Playa de Vallina.

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