Si algo caracteriza a muchos pueblos de España es su rica tradición en cuanto a mitos, leyendas y todo tipo de folklore fantástico. Pero lo cierto es que pocos pueden presumir de contar con un gusto por la fantasía como el que goza Soportújar, en Granada.
Aunque tiene un reducido número de habitantes, este mágico enclave ubicado en las Alpujarras homenajea como ningún otro sus antiguas leyendas por medio de todo tipo de monumentos basados en ellas.
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Un pasado pagano y rodeado de misterio
Para indagar en los orígenes de Soportújar (cuyo nombre vendría a significar algo así como “sitio de soportales”) es necesario remontarse a finales del siglo XV. Fue entonces cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, provocando la consiguiente conversión al cristianismo. Tras la Revolución de las Alpujarra, los moriscos fueron expulsados de la localidad.
¿Y qué pasó entonces? Pues que la zona se reprobó con gente traída del norte de España, en muchos casos de la propia Galicia. Y con ellos también llegaron todo tipo de raíces paganas, rodeadas a su vez de cuentos, historias y, cómo no, brujería.
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Tierra de brujas
Con el paso del tiempo, no tardaron en aparecer las leyendas que salpicaron el pueblo de Soportújar, hasta el punto de que no faltaban quienes aseguraban que allí se celebraban aquelarres heredados de la tradición y la cultura gallega. Por supuesto, siempre de manera velada, contado entre susurros, para no despertar las suspicacias de la implacable Inquisición de la época.
Tanto fue así, que incluso a los habitantes del municipio se les empezó a conocer con el nombre de “brujos”. Lo cual da una idea de cómo los imaginaban sus vecinos de alrededor.
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Calles embrujadas
La mayoría de las veces, las leyendas no se crean solas. Más allá de todos los rumores que han existido en el pueblo de Soportújar sobre brujas, magos y ritos paganos de diversa índole, la propia arquitectura del lugar probablemente haya ayudado a crear su mítica fama.
Tal y como el propio nombre del pueblo sugiere, este está repleto de callejones y plazuelas que, además, de un tiempo a estar parte en el pueblo se han esforzado por decorar de una forma bastante inusual.
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Vuelta a la vida
Aprovechando el pasado repleto de superstición y encanto del pueblo de Soportújar, tanto sus gobernantes como los propios vecinos decidieron profundizar en su historia y darle una identidad singular a la localidad. Por eso existen distintos lugares de su interior adornados con todo tipo de brujas, alimañas e incluso dragones.
Una manera original y atractiva de convivir con el supuesto pasado del pueblo, pero también, imaginamos, de atraer al turismo. Especialmente a aquellos visitantes que se sienten interesados por los fantasmas, las ánimas y demás elementos clásicos relacionados con lo siniestro, romántico y medieval.
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Cueva del Ojo de la Bruja
No es necesario profundizar especialmente en el pueblo de Soportújar para descubrir su pasión por las figuras de las brujas. Nada más llegar a sus fronteras, es posible encontrarse con la Cueva del Ojo de la Bruja. Su nombre lo dice todo, ¿verdad?
La Cueva del Ojo de la Bruja recibe tal denominación por su forma, que, en teoría, recuerda al ojo de una hechicera, además de estar impregnada de cuentos que, según narra la tradición, servían para asustar a los niños que querían irse demasiado lejos sin compañía de adultos. Una leyenda que, con variantes, se repite en muchos lugares de lo largo y ancho de la península ibérica.
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Un mito eslavo
Parece que en el pueblo de Soportújar todas las brujas son bienvenidas, las propias y las ajenas. Para darse cuenta de ello simplemente hay que fijarse en uno de los monumentos más significativos de la región: la Cabeza gigante de Baba Yaga. Si no te suena su nombre, decir que se trata de una de las encantadoras más famosas de la mitología rusa.
Según la leyenda, Baba Yaga tenía el aspecto de una anciana, y entre sus numerosos poderes estaba la habilidad de poder viajar entre el mundo de los vivos y el de los muertos a su antojo. Ahí es nada.
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La casa de Baba Yaga
La casa de Baba Yaga, según se cuenta en diferentes relatos, consistía en una cabaña de madera. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Lo que ya no resultaba tan normal es que la vivienda tuviese dos largas piernas de gallina, con las que podía desplazarse de un lugar a otro. También tiene su representación en el pueblo de Soportújar.
Al parecer, la bruja aprovecha las singularidades de su morada para esconderse entre los árboles de los bosques sin despertar sospechas entre los vecinos.
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La fuente del Dragón
Una de las últimas figuras añadidas a la particular apariencia de Soportújar, y también una de las más apreciadas por los turistas, es sin duda La fuente del Dragón. Como su propio nombre indica, está formada por la imagen de una de estas criaturas, que bien podría haber salido de la imaginación de J.R.R. Tolkien.
Lo más curioso, no obstante, consiste en que el agua que brota de dicha fuente tiene propiedades afrodisíacas. Si te parece extraño, es porque no sabes de dónde emerge el líquido: del mismísimo miembro viril de la criatura.
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Rodeado por la naturaleza
Más allá de lo divertido que puede resultar pasear por las calles “embrujadas” de Soportújar, este pueblo de las Alpujarras cuenta también con otros atractivos que pueden ser del interés de muchos de sus visitantes.
Por ejemplo, las rutas para realizar senderismo entre la hermosa naturaleza de sus cercanías.
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Festividades “oscuras”
Como no podría ser de otra manera, el pueblo de Soportújar celebra varias festividades relacionadas con la magina negra, el paganismo y las brujas, momento en el que sus vecinos aprovechan para sentirse como si realmente formaran parte de un auténtico aquelarre.
Una de las más concurridas es la noche de Halloween, cuando la oscuridad ayuda a crear un ambiente mágico en toda la localidad.
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