Las alitas suelen ser la parte más jugosa y tierna del pollo, y prepararlas de la forma correcta, las deja sabrosas manteniendo su jugosidad intacta. Muchas veces, nos enfocamos tanto en querer unas alitas doradas, que olvidamos la importancia de mantener su interior jugoso y tierno, lo cual da como resultado unas alas resecas y toscas. Acompáñame a conocer cuál es el truco que las deja perfectas y atrévete a darte un gustazo.
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La versatilidad de unas alitas de pollo
Una de las partes más amadas de pollo son sus alitas. Esta pieza de tamaño perfecto para tomarla en las manos y de fina piel que permite ser comida sin problema, se disfruta principalmente frita y con un crujiente rebozado. No obstante, las alitas van más allá, y se pueden disfrutar de múltiples formas.
Bien se trate de un caldo, un guiso o de hacerlas al horno, las alitas se disfrutan con placer y este gusto se incrementa, cuando quedan con un exterior crujiente y un interior jugoso. Para que las puedas preparar de esta manera y disfrutar de toda su versatilidad, tienes que ver los secretos que te voy a compartir.
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Así se consiguen unas alitas ricas, jugosas y de exterior delirante
Como te he comentado, esta pieza del pollo es naturalmente jugosa, por lo tanto para que queden perfectas basta con poner en práctica un par de trucos muy sencillos.
Lo primero es hacer una marinada que les permita conservar sus jugos y potenciar su sabor; y a la vez, potenciar su sabor. Por otro lado, una cocción correcta contribuirá a que no se resequen, llevando entonces a un resultado perfecto.
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Ingredientes que necesitas para unas alitas jugosas
Lo mejor de todo, es que para tener un resultado exquisito, delicado y con un gusto delicioso, no necesitas de grandes cantidades de ingredientes, pues una de las ventajas de las alas de pollo es precisamente que absorben rápidamente los aromas y sabores.
Necesitas: 12 alitas sin las puntas y partidas en dos partes, 2 cucharadas de salsa de soja, una cucharada de miel, 2 cucharadas de aceite de oliva, 4 dientes de ajo finamente picados, ½ cucharadita de pimentón dulce, un vaso de vino blanco, sal y pimienta al gusto.
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Comienza por limpiar muy bien las alitas
Para comenzar la preparación, lo primero que debes hacer es tener las alitas limpias y perfectas.
Toma cada una y corta la punta. Divide las dos partes carnosas y corta justo en la articulación. De esta manera quedarán perfectamente divididas. Revisa muy bien que no tengan algunas pequeñas plumas; y de ser así, arráncalas o quémalas.
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Prepara el macerado
Una vez que estén picadas en dos partes y completamente limpias y sin plumas, mete las alitas de pollo en un bol y salpimienta a tu gusto. Añade el pimentón y el ajo finamente picado.
En un bol aparte agrega la salsa de soja, el aceite de oliva, la miel y el aceite de oliva. Remueve muy bien estos ingredientes y vierte la mezcla en el bol con las alitas. Si no deseas añadir miel, no hay problema, elimínala y añade apenas un poco de azúcar para contrarrestar la acidez.
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Añade el vino blanco
El vino blanco no solo aporta un sabor magnífico al pollo, sino que también, hará que quede más jugoso y tierno.
Baña las alitas con el vino y remueve un poco. Tápalo con un papel film y déjalo macerar en dentro de la nevera por un tiempo de dos a tres horas. Si tienes algo de prisa, puedes hornear de una vez, aunque créeme, se notará la diferencia cuando se ha macerado. Este es uno de los trucos para tener un resultado maravillosamente jugoso.
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Precalienta el horno
Mientras que las alitas se están macerando, Enciende el horno a 200° C para que se vaya calentando. (siempre que vayas a hornear, es importante precalentar el horno minutos antes).
La temperatura es importante para obtener unas alitas crujientes por fuera pero jugosas en su interior. Si la temperatura está muy baja, los jugos comienzan a perderse y mientras el pollo luce pálido, más tardará la cocción. Resultando finalmente unas alas doradas pero secas, o muy jugosas, pero pálidas.
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Lleva a hornear las alitas
En una bandeja para horno vierte un chorro de aceite de oliva, solo un poco bastará. Dispón sobre la bandeja a las alitas. Si lo deseas puedes cortar patatas en forma de gajos o rebanadas y ponerlas como una cama para las alitas. De esta forma tendrás una rica guarnición.
Una vez colocado el pollo, introduce la bandeja al horno para iniciar la cocción. Una vez dentro del horno, no abras más la puerta del mismo hasta transcurridos los primeros 20 o 25 minutos de cocción. Como en cualquier horneado, lo mejor es evitar fluctuaciones de temperatura.
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El horneado perfecto
La cocción de las alitas no requiere de un tiempo demasiado prolongado. De hecho, cuando lleven unos 20 o 25 minutos dentro del horno, ya deben lucir un poco doradas en su superficie.
En el instante en que luzcan doradas, voltéalas para que la cocción sea pareja de ambos lados. Una vez que las hayas volteado, cuece por 25 minutos más. Estarán perfectas, doradas y jugosas.
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Consejos para un resultado divino
Si lo deseas, podrás colocar no solo patatas como cama para las alitas. Pon unas zanahorias troceadas o las verduras que más te gusten. Como te he comentado, será la forma perfecta de tener al mismo tiempo lista la proteína y también la guarnición.
Modifica los aliños como quieras y añade hierbas frescas o secas, algunas especias de sabor potente o lo que prefieras. Eso sí, el tiempo de macerado es importante para que queden de gran sabor y placentera humedad. No hornees demasiado tiempo o terminarán muy secas. Si quieres un resultado más crujiente, es mejor usar el grill por unos minutos y no excederte en el tiempo de horneado.
Acompáñalas con lo que más te guste, su textura combina con todo, desde un puré de patatas cremoso o una fresca ensalada, el sabor te resultará delicioso.
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