No los atrapaba nadie: Los mejores espías de la historia

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En la historia de la humanidad se ha podido presenciar a los mejores espías de los cinco continentes, sujetos que, sin lugar a dudas, eran inatrapables.

Se entiende como espías a aquellos hombres y mujeres que practican un conjunto de técnicas asociadas a la obtención encubierta de datos, información confidencial o cualquier tipo de secretos. Bien sea en una guerra o situaciones comunes, los secretos conseguidos pueden marcar el rumbo de la batalla, no necesariamente debe ser de armas, también puede ser política.

Todos los gobiernos de cada país siempre tienen algo qué esconder, algunas veces son acciones o estrategias que, de caer en manos enemigas, podrían condicionarlos completamente. Asimismo, las técnicas habituales del espionaje han sido, históricamente, la infiltración y la penetración, cuya finalidad permite el uso del soborno y el chantaje. En ocasiones, no les importa cuál sea el precio a pagar mientras la información deseada llegue a sus manos.

Vale acotar que la infiltración es utilizada para introducir unidades propias en las filas del contrario o blanco a investigar. La intención es que estos puedan suministrarles información de interés inmediato o potencial sobre las actividades, capacidades, planes, y proyectos del enemigo. Mientras que la penetración es usada, mayormente, cuando se quiere alguna información o datos confidenciales. En este caso, se utiliza a una o varias personas que estés adentro de la organización.

Los espías, a lo largo de la historia, han comprado información con dinero o con cualquier otra cosa de interés para la otra parte. Aunque hay otros que son poco ortodoxos y van directamente a la obtención de datos a través del chantaje. Este proceso se basa en coaccionar en la mente del contrario, con el fin de obligarlo a decir o hacer algo para que, contra su voluntad, colabore.

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Los bebés también pueden ser espías

No los atrapaba nadie. Los mejores espías de la historia 04

Sr. Richebourg fue uno de los espías más recordados y elogiados del siglo XVIII. Él era un enano de medía 58 centímetros de estatura que, a sus 21 años, fue reclutado por una de las facciones de la revolución francesa. La finalidad de Richebourg era ser un pasante de información al exterior, específicamente, de París a Orleans.

El trabajo principal de Richebourg era memorizar los mensajes y después disfrazarse de bebé. Todo esto con el objetivo de que lo trasladaran con una manta para cruzar la frontera como si fuera un recién nacido. Jamás sospecharon de él.