El Liceu de Barcelona dialogará con el Raval en la ópera «comunitaria» ‘La gata perduda’

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona estrenará en la temporada 2022-23 la ópera ‘La gata perduda’, una ópera cocreada con vecinos del barrio del Raval que se enmarca dentro de la iniciativa Opera Prima, la nueva línea de creación artística comunitaria de la sala, según ha anunciado en rueda de prensa este lunes.

La dramaturga Victoria Szpunberg ha sido la encargada de escribir el libreto, que gira en torno a un hecho «inesperado» que sucede en una de las calles más conocidas del barrio, y la composición de la obra ha ido a cargo de Arnau Tordera y bebe de las realidades musicales del Raval.

Alfons Reverté dirigirá la partitura, que contará con la interpretación de los alumnos del Conservatori Superior de Música del Liceu y el Taller de Músics, entre otros, y Ricard Soler ha sido el encargado de la dirección en escena con «una mirada sensible y abierta a la realidad del barrio».

Opera Prima es un proyecto que se inició en 2018 y verá la luz en 2022, y tiene el objetivo de producir una ópera de nueva creación cada tres años a través de procesos comunitarios para acercar el género a todos los públicos, recibiendo el apoyo de la Comisión Europea, que ha aportado fondos a través del proyecto Traction.

ACERCARSE AL BARRIO

El director general del Liceu, Valentí Oviedo, ha dicho que con este proyecto buscaban evitar que la sala cayera en una situación anacrónica, alejada de la sociedad: «Queríamos poder compartir, dialogar y hablar desde el ‘nosotros'»

El presidente del teatro, Salvador Alemany, ha explicado a su vez que él nació en el Raval y que, de niño, para él el Liceu era algo que estaba físicamente cerca pero espiritual y conceptualmente lejos, pero que con esta obra «el acercamiento del Liceu ya no es una voluntad, sino una realidad».

Han explicado también que el Liceu realiza proyectos de responsabilidad social desde los 80, pero que es la primera vez que el proyecto no está orientado unidireccionalmente –del Liceu a la sociedad–, sino que tiene el objetivo de actuar conjuntamente.

UN BARRIO «INGOBERNABLE»

Han descrito el Raval como el barrio más ecléctico y complejo de Barcelona, con 40 nacionalidades y la mayor densidad de asociacionismo de la Unión Europea –tiene unas 50 asociaciones–, lo que según han explicado facilitó que se pusieran en contacto de forma muy rápida con toda «la porosidad» del barrio.

Szpunberg ha dicho que el encargo le pareció fascinante, sobre todo por la idea de unir a un barrio «ingobernable e inclasificable» con un lenguaje como el de la ópera, lleno de códigos tradicionales y de premisas formales que han variado muy poco a lo largo de los años, y que se relaciona en el imaginario colectivo con un ambiente elitista y de poder, ha explicado.

Entre sus inspiraciones para el liberto, ha destacado el ensayo ‘Matar al Chino. Entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona’ de Miquel Fernández, así como la influencia que tuvo para la obra una charla que mantuvo con el director del centro cultural libertario El Lokal, Iñaki García, puesto que le hizo tener en cuenta «toda la historia política y de resistencia» del barrio.

También ha destacado el papel de las mujeres africanas de la asociación Ca la Dona, que le fascinaron «desde un punto de vista sensorial y artístico», y la comunidad filipina, que ha dicho que le interesó especialmente y que tiene un papel importante en la ópera.

TIERNO Y GROTESCO

Szpunberg ha explicado que ha querido capturar en la obra la mezcla de todas las comunidades que conviven en el barrio, y que quería que el libreto se tiñera del carácter ingobernable, «por momentos grotesco, por momentos muy tierno» del Raval con un tono que también fuera cómico.

Todavía están trabajando en el final, pero ha explicado que la historia «está llena de fabulación y misterio», y que tendrá una duración de 1 hora y 45 minutos y estará dividida en dos partes.

Tordera ha explicado que el reto para él con esta obra ha sido encontrar el equilibrio entre una música que pudiera responder a una exigencia de excelencia artística y que a su vez respondiera a la diversidad de «colores, dinámicas, procedencias, sonidos y texturas» del Raval.