Supervivientes: estos son los concursantes que se saltaron las normas

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Hay que reconocer que, cualquier en esas circunstancias, se pasaría las normas por el mismísimo arco del triunfo. Pero tampoco eso es una justificación, pues al fin y al cabo Supervivientes es un juego, y quien no cumpla las reglas se va a la calle o recibe penalización. La tentación está siempre ahí porque, los humanos, al igual que estamos hechos para el juego estamos dotados para la trampa y la triquiñuela. No obstante, no es fácil conseguirlo en Supervivientes, cuando tienes decenas de cámaras atentas a todos tus movimientos y sabiendo que media España está a miles de kilómetros, en el sofá de casa, dispuesta a despellejarte si incumples las normas.

Pero eso no persuade a los tramposos de intentarlo. Al final, uno está en una isla desierta en el Caribe, durmiendo bajo palmeras, comiendo insectos y pasando días sin ducharse. El cerebro no funciona igual o, directamente, no funciona. Se pueden saltar las normas por picardía y mero afán competitivo. Por desesperación, por hambre o, en algunas ocasiones, por mero desconocimiento. Pero, como reza el famoso adagio, “el desconocimiento de una ley no exime de su cumplimiento”. Por lo tanto, quien incumple paga y es penalizado. Así son las normas de Supervivientes.

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Bea no quiere mancharse

Aunque esta no se llevó penalización como tal, sí que mereció una bronca por parte de Lara Álvarez.  Ferre, Rocío, Pavón y Bea debían someterse a la ceremonia de la salvación para saber cuál de los cuatro se libraba de la nominación de la semana. A ese fin, Supervivientes dispuso una estructura de la que caía barro y, en caso de no ser salvado, le caía una ducha de cieno al desgraciado. La presentadora citó a Bea, ganadora de Gran Hermano 17 y, cuando iba a caerle el barro encima…se apartó.

«Os recuerdo que estamos haciendo televisión la gente está deseando ver lo que ocurre. Si os ponemos aquí es para que os caiga el barro así que asumid que no habéis sido salvados por la audiencia y dejad que os manche», le dijo Lara Álvarez. Pero lo cierto es que ya era tarde, y Bea se marchó de rositas con la piel impecable. Los tramposos, a veces, tienen suerte.