Especial 20 Aniversario

Siete casos que demuestran que los animales también sienten

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El 10 de diciembre se celebra, aparte del Día Internacional de los Derechos Humanos, el Día -también en todo el planeta- de los Derechos de los Animales. No sabemos si esta coincidencia de fechas se decidió a propósito, pero está claro que muchas veces nos olvidamos de que tenemos mucho más que ver con ellos de lo que nos creemos. Se hace indispensable, por tanto, jornadas de concienciación como esta.

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De hecho, y según estudios recientes, los animales son también capaces de sentir y de sufrir dolor, como nosotros. Ya no hablamos de percepciones: lo ha confirmado la ciencia. Cuando pisoteamos y nos saltamos los derechos de los animales estamos atentando contra unos seres vivos que sienten y padecen como nosotros. De ahí la necesidad de promover días así que ayuden a mejorar nuestra empatía con ellos.

Los Animales Tienen Sentimientos.

Si todavía no te lo crees del todo, en QUÉ! te vamos a dejar unos cuantos ejemplos con comportamientos animales tremendamente similares al de los humanos. Así podrás comprobar que estos seres vivos también se emocionan, sienten el duelo, se deprimen… Atento a la lista: ¡algunos casos te dejarán con la boca abierta!

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LAS GOLOSAS ABEJAS Y SU FELICIDAD

Seguramente no hayas pensado en primer lugar en las abejas como animales emocionales, pero un estudio de 2016 sugiere que estos seres vivos pueden sentirse felices cuando se les da una golosina. Sabiendo que los humanos responden a situaciones novedosas de una manera más optimista cuando están felices, y se recuperan de las negativas más rápido, los científicos probaron cómo reaccionan las abejas después de recibir un premio azucarado. 

De esta manera, los investigadores entrenaron primero a las abejas para que asociaran áreas y colores particulares con agua azucarada o agua corriente. Luego, le dieron a algunas abejas agua azucarada, un poco de agua pura y abrieron un nuevo espacio con un nuevo color. Las abejas que recibieron el azúcar buscaron el nuevo área antes de las que bebieron agua normal, luego podían saber lo que allí iban a encontrarse. Esto demuestra que la gratificación generaba felicidad en las abejas, y que estas buscaban una y otra vez repetir ese sentimiento.

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