Un oficial de policía señala que las lesiones de algunos ciudadanos el 1-O pudieron producirse por el desplome de una carpa

Un oficial de la Policía Nacional que formaba parte del indicativo ‘lobo 20’ que intervino en la Escuela Mediterránea durante el referéndum independentista ilegal del 1-O apuntó este lunes, durante su declaración en el juicio del ‘procés’, que las lesiones de los ciudadanos que resultaron heridos en este centro se pudieron producir por el desplome de una carpa. Aunque reconoció el lanzamiento de salvas, por parte de agentes de su unidad, para abrirse paso entre la gente. “Era totalmente necesario”, afirmó.

Durante su declaración ante la sala del Tribunal Supremo que juzga a los líderes del ‘procés’, el oficial del Cuerpo Nacional de Policía explicó que las lesiones de los ciudadanos que resultaron heridos en este centro se pudieron producir por el desplome de una carpa. En ese centro vio a una persona ensangrentada pero aseguró que desconocía el motivo.

En Escuela Mediterránea, relató, había una carpa que se desplomó, de manera que “algunos de los lesionados me imagino que se produjeron por la carpa”. “También se cayó encima de algunos compañeros”, aunque no pudo precisar si resultaron lesionados. En este sentido, reconoció la existencia de ciudadanos heridos “al igual que policías”, pero “yo no controlo el número de lesionados”, señaló.

Sin embargo, reconoció que se dispararon salvas, ya que «nos rodearon, estaban tirando cosas a los vehículos, a nosotros” de modo que “era totalmente necesario”. Además, el oficial explicó que llevaba una cámara en el pecho para grabar la intervención. Durante la intervención sufrieron “puñetazos y patadas”, a él, en concreto, le dejaron una cicatriz que le hicieron con la punta de un paraguas, aunque reconoció que no fue una lesión importante. Asimismo, indicó que fueron insultados en todo momento, lo que más le dolió”, aseguró, es que les llamasen “policías asesinos”. Esto sucedió, reconoció, mientras los agentes empleaban sus defensas reglamentarias para abrirse paso, aunque, destacó, que anteriormente también habían gritado estas consignas.

Durante el repliegue relató que les lanzaron vallas, conos y sillas. Estos hechos “probablemente” fueron grabados con la cámara que portaba, explicó. A pesar de que la batería de la cámara solo permitía grabar durante dos horas, grabó la intervención entera, “aunque había que tener cuidado porque se apagaba”. “Llevar la cámara fue un marrón”, afirmó ante la insistencia de las defensas sobre su uso. Durante la intervención, lo que allí había era un “grupo hostil” de personas “violentas”.

«DICEN QUE SON GENTE DE PAZ, PERO SON GENTE DE ODIO»

Otro agente del Cuerpo Nacional de Policía que formó parte de la unidad ‘Camel’ que intervino en Cataluña el 1-O expuso ante el tribunal que en el centro Jaume Balmes había aproximadamente entre 300 y 400 personas, de modo que “era imposible” acceder porque “aquello era un muro humano”. Al levantar a la gente, “note un fuerte golpe en la mano derecha, estaba caliente y no noté más”.

Sin embargo, “llegó un momento que no podía cerrarla”, aunque, apuntó, que le comentaron que podía tratarse de una rotura del escafoides, finalmente solo le recetaron un antinflamatorio. Durante su declaración, rechazó que su grupo utilizase las defensas reglamentarias, “solo se sacó a la gente que estaba allí sentada” para hacer un pasillo.

Este agente también intervino en un colegio de Hospitalet de Llobregat, donde rompieron la puerta con una maza para poder acceder, pero no recordaba el nombre del centro. Ante la insistencia del fiscal Zaragoza sobre lo sucedido en este local, que la Fiscalía identifica como el centro Vilumara, el presidente del tribunal Manuel Marchena le pidió que cesara, ya que el testigo no conseguía identificar el centro en el que intervino. “Sus esfuerzos son estériles”, afirmó Marchena.

Otro agente del Cuerpo Nacional de Policía del indicativo ‘Orca’ que intervino en la Escuela Estel y en la Fundación Trinijove declaró que en la escuela había unas 600 personas y cerca de 100 funcionarios de policía, de modo que tuvieron que abrir un pasillo, apartando a la gente “una a una”. Para ello, aclaró que no emplearon las defensas, “solo la fuerza de las manos”. Debido al forcejeo con la gente sufrió una sobrecarga en un tendón de la rodilla.

Posteriormente, declaró otro agente que también intervino en estos dos centros. El agente relató que producto de su intervención sufrió una rotura de menisco. Durante su declaración relató que los cánticos de las personas congregadas “no eran rumbas catalanas precisamente, eran frases llenas de odio”. Así, añadió, “mi madre ese día se tuvo que duchar 200 veces”. Sobre los insultos, agregó, “dicen que son gente de paz, pero son gente de odio”.

En esta línea, el agente, señaló, que en la mirada se les ve “que le quieren matar” y esto “solo lo he visto en el País Vasco”. En este punto, el presidente del Tribunal Manuel Marchena le solicitó al testigo “filtrar un poco más las declaraciones”.

Posteriormente, el responsable de la unidad de personal no uniformado en el distrito de San Martin de Barcelona reconoció que se emplearon las defensas reglamentarias, “pero no a modo de golpeo, sino para abrir paso”. Además, al igual que otros agentes en sesiones previas, identificó un vehículo, en concreto un ‘Seat Ibiza’ gris que estaba realizando labores de contra vigilancia. “La matricula fue identificada como Presidencia de la Generalitat”. Respecto a la actuación de los mossos, apuntó, fue una actitud “pasiva” y “colaborativa” con el referéndum.

“LLUVIA DE ADOQUINES”

También declaró un agente que participó en el Ramon Llull y en un centro Hospitalet de Llobregat. Al primer centro acudió como apoyo, “fue una actuación realmente complicada, nada más estacionar nos encontramos una hostilidad bastante patente”, de manera que “tuvimos que dejar los vehículos en una calle adyacente”.

Según relató en todo momento fueron insultados: “hijos de puta, fascistas, tenía que volver ETA y mataros…”, de tal manera que en alguna ocasión, destacó, “se tuvo que poner entre los manifestantes y otros agentes, para que pudieran seguir con su intervención”.

Pasada una media hora, tras dar tres o cuatro avisos, su jefe de grupo ordenó emplear las defensas para salir porque aquello era una “jaula”. Cuando intentan salir “empiezan a llover vallas, conos, adoquines, piedras, de todo…”, de manera que sufrió una lesión por la que fue atendido, como sus compañeros, por el médico del barco donde se alojaban. El jefe ordenó el lanzamiento de pelotas de goma “como último recurso” porque “las salvas no cumplían su cometido”. En ese centro, el Ramón Llull, llegaron a intentar negociar para que facilitaran la salida de los agentes, explicó. “Nosotros no veíamos ningún herido, nuestro cometido era salir de allí”, aseguró tras ser preguntado por las defensas por la existencia de 33 heridos en este centro.

Otros dos agentes presentes en el Ramon Llull declararon que acudieron como refuerzo, uno de ellos resultó lesionado en un dedo de la mano. En el repliegue, explicó, el último agente en declarar antes del receso, “se dispararon salvas a orden del jefe de grupo”, pero “debido a la gran hostilidad” finalmente acabaron lanzando pelotas de gomas, ya que “había personas con palos, adoquines y piedras”.